Científicos informan sobre la importancia de tomar la pandemia por COVID-19 como una analogía de lo que puede puede pasar ante la crisis climática que vivimos.
Un equipo de científicos de Reino Unido y Estados Unidos ha argumentado que se puede (y debe) aprender de la pandemia de Covid-19 para prevenir catástrofes ambientales. Las lecciones de la pandemia, que ha afectado a miles de personas alrededor del mundo, podrían ayudar a evitar el calentamiento global y la extinción masiva de especies.
De acuerdo al grupo de expertos la pandemia de SARS-CoV-2 posee sorprendentes similitudes con las crisis ambientales a las que nos enfrentamos. Por ejemplo, comparten la necesidad de una intervención temprana para reducir muertes y daños económicos. Si las acciones de las autoridades competentes de los países afectados por el COVID-19 se hubiesen implementado una semana antes, el número de contagios y el impacto económico se hubiera reducido considerablemente (alrededor de 17,000 vidas en el Reino Unido -hasta el 21 de mayo de 2020- y casi 45,000 en los EE. UU.), aseguran los científicos.
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Del mismo modo, deberíamos aprender de esta pandemia para tomar inmediatamente cartas en el asunto del cambio climático y no esperar a que sea demasiado tarde. Los investigadores de Cambridge y la Escuela de Negocios de la Universidad de Exeter, aseguran que los esfuerzos internacionales para salvar al planeta de una catástrofe ambiental deberían responder incluso más rápido que lo sucedido con la actual pandemia. De acuerdo al artículo, la acción climática demorada que da 2°C de calentamiento en lugar de 1.5 °C expondrá a «riesgos climáticos multisectoriales» como sequía, inundaciones y hambrunas aproximadamente a 62-457 millones de personas adicionales, principalmente las más pobres del mundo.
Uno de los grandes aprendizajes (o recordatorios) que ha traído la pandemia de coronavirus es que el Planeta es un organismo complejo y profundamente interconectado. Cuando se confirman los primeros casos de COVID-19 en China el pasado 31 de diciembre, para quienes habitamos el continente americano esto parecía una noticia lejana y ajena; lo que, evidentemente, hoy en día es radicalmente diferente.
Esto es lo que los científicos denominan «circuitos de retroalimentación peligrosos», cada nuevo caso de Covid-19 puede generar otros y provocar un aumento de las tasas de infección, lo que, de no controlarse, paulatinamente se va acelerando; del mismo modo, los climas más cálidos alteran los ecosistemas, lo que aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento, y una pérdida determinada de hábitat provoca una pérdida de especies cada vez mayor.
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Asimismo, los casos de contagio asintomático o la demora para que surjan los síntomas de COVID-19 genera un aumento considerable en su propagación. Los investigadores equiparan esto con la velocidad de reacción ante nuestra destrucción del hábitat y la eventual extinción de especies, así como con los retrasos entre las emisiones de efecto invernadero y los efectos completos del calentamiento global.
Andrew Balmford, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y autor principal del artículo, señala que no existe un sustituto real para la acción temprana; es decir, que si queremos hacer algo para evitar catástrofes naturales y frenar el cambio climático, se debe actuar ya porque, de no hacerlo, los impactos ambientales y económicos serán mucho más catastróficos que los de la actual pandemia.
Finalmente, el mensaje del grupo de científicos es muy claro, realizar un llamado a los líderes mundiales para terminar con la indiferencia con la que han respondido a las advertencias de la comunidad científica sobre las nuevas enfermedades zoonóticas (como el virus SARS-CoV-2) y los cambios inducidos por el hombre en el clima y el hábitat, y por ende, ante el cambio climático.
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