¿Qué podemos re-aprender de la relación de los pueblos indígenas con la Naturaleza para hacer frente al cambio climático?
El cambio climático afecta, en la actualidad, a todos los países en todos los continentes. Tiene un impacto negativo en la economía y la vida de las personas y las comunidades. En el futuro, las consecuencias serán todavía peores. El Secretario General de la ONU, António Guterres, realizó un llamado internacional en el 2018, donde pide a empresarios y políticos sumarse urgentemente para tomar acciones efectivas en seguimiento al Acuerdo de París, reduciendo, fundamentalmente, los gases de efecto invernadero.
«Si no cambiamos el rumbo, para el 2020 corremos el riesgo de perder la oportunidad de evitar que el cambio climático sea incontrolable.» – SECRETARIO GENERAL DE LA ONU, ANTÓNIO GUTERRES
La única salida es mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y seguir con los esfuerzos para limitar aún más el aumento de la temperatura a 1.5ºC. De lo contrario, los cambios en los patrones del tiempo, el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos serán cada vez más extremos. En términos generales, la solución es lograr una actividad económica mundial más sostenible y más respetuosa con el medio ambiente.
¿Por qué podemos aprender de la relación que tienen los pueblos indígenas con la naturaleza?
A lo largo de la historia y en muchos lugares, los pueblos indígenas han emergido sobre un culto a la naturaleza, esto es, un sistema de religión basado en la veneración de los fenómenos naturales, por ejemplo, objetos celestes como el sol y la luna y objetos terrestres como el agua y el fuego.
En la historia de las religiones y culturas, la adoración a la naturaleza como un sistema definido y complejo ha sido parte central de su desarrollo y cosmovisión. Los pueblos indígenas se han definido a sí mismos a través de las tierras que habitan, reconociendo una unidad entre sus universos físicos y espirituales. Por ejemplo, con sus cantos y oraciones modifican y se conectan con el mundo material e inmaterial. Con sus rituales preparan a los animales que cazan, la agricultura que les da comida, así como a los vegetales y minerales que procesan.
La conexión de los pueblos indígenas con su entorno natural toca y forja todas las esferas de su vida, desde el ámbito sociológico, económico, histórico, místico y religioso. Sus gobiernos comunales, por ejemplo, son producto de esta relación, a través de los cuales han defendido históricamente sus territorios.
No por nada, en 1887 la Ley Dawes, en Estados Unidos, que otorgaba parcelas a los nativoamericanos y al hacerlo los convertía en ciudadanos americanos, en realidad, tenía como objetivo último implementar nuevas estructuras sociales que enfatizaban la propiedad privada de la tierra y roles patriarcales de género que eran contrarios al estilo de vida comunal de las tribus de dicho país.
Ahora bien, han sido precisamente las culturas indígenas quienes han logrado administrar sus entornos de formas más sostenibles que las economías industriales. «La gente de Kalahari San ha vivido en Sudáfrica durante tanto tiempo como han existido los humanos, más de 200,000 años. En menos de 3,000 años, hemos colonizado el mundo, arrasado sus bosques y sobrepescado sus mares», afirma un escritor en una revista de cultura de montaña.
FAO: aprendamos de los pueblos indígenas
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), muestra seis ejemplos concretos en los que los pueblos indígenas no sólo pueden dar respuesta a la inseguridad alimentaria, sino también a los desafíos del cambio climático, y son los siguientes:
Sus prácticas agrícolas son resilientes al cambio climático: las comunidades indígenas han vivido durante siglos en zonas donde el clima y las condiciones ambientales son extremas, como en los Andes, por lo que han creado sistemas apropiados de agricultura. De ellos podemos aprender para desarrollar economías sustentables que funcionen en los cada vez más intensos fenómenos meteorológicos y cambios de temperatura que conlleva el cambio climático.
Conservan y restauran los bosques y los recursos naturales: al vivir estrechamente ligados a la naturaleza, los recursos naturales no son concebidos por los pueblos indígenas como productos que pueden consumirse y desecharse, la naturaleza no es un objeto de consumo y el hombre no es dueño o propietario de ella, sino que entre ambos existe una relación que ha de desarrollarse en equilibrio. Algo que fomenta, aunque sea indirectamente, la conservación y restauración de sus bosques y recursos.
Los alimentos autóctonos amplían y diversifican las dietas: los alimentos nativos y sus dietas poseen altos contenidos en nutrientes.
Los alimentos autóctonos son resistentes al cambio climático: por los lugares donde son cultivados, los alimentos nativos son resistentes a las sequías, a la altitud, a las inundaciones o a otras condiciones extremas.
Los territorios indígenas poseen el 80 por ciento de la biodiversidad del mundo: riqueza que han conservado, generación tras generación, reconociendo la importancia para la seguridad alimentaria y la nutrición.
Los estilos de vida de los pueblos indígenas se adaptan a los espacios que habitan y son respetuosos con los recursos naturales: la relación entre los indígenas y la naturaleza va más allá de un simple uso y consumo, por ello, han aprendido a desarrollar formas de vida que se adaptan y respetan el medio ambiente.
Discurso Jefe Siuox
En 1854, el Presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Pierce, se ofreció para comprar una gran extensión de tierras en el noreste de los Estados Unidos, en la que vivían los indios Swaminsh, proponiendo crear una reserva para el pueblo indígena. La respuesta del Jefe indio Seattle, revela no sólo la importancia material y espiritual de la Tierra para su cultura, sino es además una contundente defensa del medio ambiente.
«Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Tanto le importa un trozo de nuestra tierra como otro cualquiera, pues es un extraño que llega en la noche a arrancar de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada la abandona, y prosigue su camino dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle nada. Roba a la tierra aquello que pertenece a sus hijos y no le importa nada. Tanto la tumba de sus padres como los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra y a su hermano, el cielo, como cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos o collares que intercambian por otros objetos. Su hambre insaciable devorará todo lo que hay en la tierra y detrás suyo dejaran tan sólo un desierto.
[…] Pero quizás también esto se deba a que soy un salvaje que no comprende bien las cosas. El ruido de las ciudades parece insultar los oídos. Y yo me pregunto, ¿qué tipo de vida tiene el hombre si no puede escuchar el canto solitario del chotacabras, ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un lago? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie del lago, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía, o perfumado por la fragancia de los pinos.
¿Dónde está el matorral? Destruido
¿Dónde esta el águila? Desapareció
Es el final de la vida y el inicio de la supervivencia.»
Discurso Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú
En 1992, la líder indígena guatemalteca, Rigoberta Menchú, defensora de los derechos humanos y embajadora de buena voluntad de la UNESCO, fue ganadora con el Premio Nobel de la Paz. El siguiente texto fue leído por la indígena al recibir dicha distinción,
«La madre tierra es para nosotros, no solamente fuente de riqueza económica que nos da el maíz, que es nuestra vida, sino proporciona tantas cosas que ambicionan los privilegiados de hoy. La tierra es raíz y fuente de nuestra cultura. Ella contiene nuestra memoria, ella acoge a nuestros antepasados y requiere por lo tanto también que nosotros la honremos y le devolvamos con ternura y respeto los bienes que nos brinda. Hay que cuidar y guardar la madre tierra para que nuestros hijos y nuestros nietos sigan percibiendo sus beneficios. Si el mundo no aprende ahora a respetar la naturaleza ¿qué futuro tendrán las nuevas generaciones?»
Discurso Yaqui: lucha por el agua
El pueblo Yaqui, originario de Sonora, ha vivido históricamente destierros, esclavitud y ataques militares. Sin embargo, actualmente se enfrenta a uno de los problemas más grandes, denominado la «primera guerra por el agua en México». Los Yaquis luchan por conservar sus reservas de agua, en riesgo por la operación de un acueducto que generaría el abandono definitivo de sus tierras desérticas.
El siguiente es parte del Discurso de la Vocera del Consejo Indígena de Gobierno,
«A todos ellos les estorbamos los pueblos vivos, que creemos que la tierra es sagrada y el agua nuestra vida, pues en ella está también la memoria de lo que somos y de lo que fuimos, de lo que pelearon nuestros abuelos ante el despojo que siempre han querido hacer los ricos y los gobiernos para arrebatarnos lo que para ellos es una mercancía, pero que para los originarios de este país y del mundo son nuestra única forma de seguir existiendo.
El mal gobierno dice que el robo del agua del río Yaqui es necesario para llevarla a la ciudad de Hermosillo para la gente que lo necesita, pero nosotros que somos pueblos indígenas sabemos bien que no es así, que quien necesita el agua son los capitalistas para mantener la explotación y el desprecio contra todos en el campo y la ciudad.»
Hoy en día quizá resulta fundamental voltear a ver a los pueblos indígenas, civilizaciones que han sobrevivido gracias a la resistencia, para aprender de ellos y ver a través de sus ojos a la Naturaleza, y superar, finalmente, esa forma occidental e industrial de entenderla como una simple productora de recursos naturales, como si no hablara, fuera muda y opaca. Resulta urgente re-aprender de los pueblos indígenas la forma de estrechar su relación con la Naturaleza mediante el asombro, la paciencia, la reverencia y la interdependencia.
«Nunca vamos a lograr soluciones a largo plazo para el cambio climático ni lograremos la seguridad alimentaria y una mejor nutrición sin la ayuda de los indígenas; tampoco lo lograremos si no garantizamos sus derechos como pueblos.»
– FAO