Diego Montaño y José Cruz y Celis consiguieron la más reciente repetición de 10 de Mayo, ruta clásica de escalada alpina en el Iztaccihuatl que originalmente implicaba ascender por una enorme cascada de hielo de la que hoy solo quedan fragmentos en días fríos. Este ascenso es un ejemplo de la renovada tradición que el alpinismo mexicano encuentra en los escaladores de nuevas generaciones.
Hielo Mx.
Reseña por Diego Montaño
Premisa a la “10 de Mayo”
[dropcap size=big]E[/dropcap]ste proyecto nace de una inquietud; de una ansiedad que llevo desde pequeño. Crecí leyendo a Carlos Carsolio, trekeando los cerros de Tlayacapan y escalando en roca. Pero la montaña, la que Carsolio imprimió en mi con su libro Himalaya, eso era para súper humanos.
Cuando por fin a los 15 años hice la transición de la roca a la alta montaña y tuve este enfrentamiento personal que los factores ajenos al escalador causan en uno, solo por el simple hecho de existir allá arriba, quede impresionado. Enamorado de la magnitud, de los colores, las dimensiones y lo complejo del juego. Es como una caja llena cartas y debes acomodarlas para que jueguen a tu favor, aquí ya no solo se trata de tu fuerza física, sino de tu correcta interpretación del ambiente en el que caminas.
Pero algunos años después me cansé de caminar y, viendo constantemente inmensas paredes, decidí probar y hacer lo que sabia hacer: escalar.
Extrañamente un ambiente de despecho se posaba sobre esta idea en México. ¿Escalada alpina? Eso ya no se hace aquí. Ya no existe el hielo, la roca se rompe, en los pueblos te asaltan. Los montañista que conocía no sabían escalar, los escaladores que conozco no les gusta caminar y no soportan el frío.
Soy necio de carácter. La idea arraigada en los montañistas de que el alpinismo de oro que existía en el país se desvaneció con la creciente violencia y el cambio climático me alimentó de coraje para acércame solo y explorando a las zonas remotas del Iztaccihuatl, a pegarle la nariz a esas paredes que escupen rocas y se manchan de escarcha. No es posible que tenga que ir hasta los andes para escalar en hielo.
Así nace Hielo Mx. Un proyecto independiente de video en el cual durante varios años recopilé material que retrata lo que queda del hielo en México. En cada intento de escalada procuraba encordarme con gente ilusionada por esta misma idea, y aunque la historia se trata mas de prueba y error, de intensos y largos fracasos, cada tanto había una de éxito. Una escalada en la que los complicados factores que hacen el hielo en México nos daba un golpe de suerte, de estar ahí el día indicado a la hora indicada con el valor necesario.
Actualmente busco el momento de poder editar el material capturado y, aunque he podido liberar algunos fragmentos, el proyecto sigue siendo un tesoro de mi trayectoria que espero algún día pueda tomar forma.
Así empieza la obsesión con la 10 de Mayo
En una expedición en la cordillera blanca de Perú en el 2012 me encontraba en el famoso bar de Huaraz “El tambo”, tomando cerveza y celebrando las escaladas con los mejores guías de la zona, los hermanos Quintana y dos de mis mejores amigos y cordadas, Diego Echeverría y Daniel Cerda. Cuando el alcohol hizo de las suyas apareció un personaje de la escalada mexicana, el folclórico, feliz y, debo decir, un poco zafado: Fernando Tijerina.
Nos reconocimos entre extraños en un país ajeno. Inmediatamente le invitamos un trago y la charla intensa comenzó. Escaladas épicas se narraban a mi alrededor entre los expertos Quintana y los mexicanos amateurs que tratábamos de platicar nuestra parte.
Entonces Fer sacó su carta mágica y por primera vez oí mencionar la cascada “10 de mayo”. Hablaba de ella como si fuera una pared andina. Narraba movimientos tan difíciles que llamó la atención de todos, pero se trataba de un proyecto en el Iztaccihuatl. Dijo que sus intentos aún habían sido frustrados por un pequeño extra plomo en el top del segundo largo, ¡y mi cabeza borracha empezó a girar!
Llegando a México, empecé a investigar. Fotos de los 80’s y 90’s surgieron en distintos foros y en Facebook de eminencias como Juan Carlos Gavilanes y exponentes del viejo alpinismo me dieron idea de lo que se trataba. Cuando por fin la ubiqué en el mapa y la repasé en fotos de mis archivos de todas las temporadas de los años actuales, jamás vi la formación completa como en las imágenes de antaño. Sin embargo una delgada línea blanca todavía conectaba la base con el top durante los meses de lluvia.
La enorme pared sur del pecho posterior a la Peña Ordoñez no es un lugar idóneo para el hielo. Su orientación hace que el sol caliente durante todo el dia y lo poco que la noche logra congelar será agua para el amanecer. Al parecer la 10 de Mayo es la cascada formada mas alta y larga del Iztaccihuatl. Su línea de desnivel nace a los 5,100 m.s.n.m. aproximadamente y termina justo debajo de la cumbre de 5,240 m.s.n.m. Además es la trayectoria mas recta a la cumbre en la cara sur del volcán. Es una línea directa entre el refugio de Ayoloco y la cima. Su nombre, me han dicho algunos (y aún no sé si es correcto, pero quizás sí es obvio) viene de que los aperturistas, Luis Antonio Rodríguez y Eduardo Tovar, la abrieron en un 10 de mayo de 1988 que faltaron a visitar a sus madres. Unas pocas repeticiones y dos décadas de cambio drástico después, la línea no volvió a ser escalada.
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