Intento cuatro
Finales de temporada de lluvia. Septiembre.
Paco Trad, es igual en necedad a mi, dos meses nos mordimos la uñas esperando a que la temperatura disminuyera. Mi amigo y cineasta Pablo García Saldaña nos acompañó hasta la base del Izta para tratar de capturar en video todas estas emociones. La línea de la cascada se veía rota desde abajo, no conectaba de top a piso pero varias secciones estaban ahí. Traíamos decenas de tornillos para hielo y unos pocos cams para proteger en roca. Así salimos para probar suerte e intentar una nueva ruta de acceso desde el refugio. Bajamos más en la cañada y ascendimos por un arenal que poco a poco sumaba inclinación. En cierto punto la pendiente fue tal, ¡que decidí sacar mis piolets! Era como escalar en una rampa de hielo pero hecha de grava. Al final de la rampa, la neblina dió paso a un murallón de roca que por más que buscamos no pudimos rodear. El equipo que traíamos en su mayoría era para hielo y unos pocos cams para roca no fueron suficientes para poder escalar esa pared. Además, la meta no era escalar esa pared, era escalar la cascada. Aquí por primera vez avente la toalla y mente madres. ¿Como era posible que ni siquiera podíamos llegar a la base? Me desmotive y le pedí a Paco regresar. No quería perder más horas de la noche buscando pasos entre la niebla. De cualquier forma a ese ritmo íbamos a llegar tarde en a la base. Además, la cascada no conectaba y traíamos muy poco equipo de roca. En mi cabeza no tenía caso continuar.
Para este momento la 10 de Mayo se volvió un asunto extremadamente personal. Me había roto el orgullo en mas de un nivel, me había bateado sin si quiera un intento justo. Los días invertidos, mojado y temblando de frío, no serían en vano.
Intento cinco
Recuperarme de las heridas personales me tomó varios meses. No pensaba en regresar durante la época seca del invierno. Y aún cuando iba al Izta a escalar cascadas en Oñate o a guiar por Ayoloco, la veía y me cautivaba. Podía pasar horas especulando sus rasgos, sus pasos, sus peligros y lo que embarcarme ahí podría significar.
En algunas semanas esporádicas, cuando impredeciblemente la cascada conectaba, no lograba conseguir cordada para hacer un intento rápido. Algunos escaladores no disponían del tiempo, otros no compartían la locura. Así pasaron los meses.
Llego un nuevo año y una nueva temporada de lluvias. Esta vez estaba en un programa de entrenamiento con miras en una expedición a los andes de Bolivia.
Fue así como salí con Ramón Martínez y Andrés Cruz y Celis con un pronóstico de huracán en el mes de junio rumbo al Izta. Para armarnos de valor y mentalizarnos al mal clima adoptamos la frase: “when the going goes tough, the tough go climbing” (cuando las cosas se ponen duras, los duros van a escalar).
Esta vez decidí probar un acercamiento más largo. Quizás una enorme vuelta nos daría un mejor acceso a la cascada. La idea fue bajar cientos de metros a la cañada y tomar un arenal largo que nos dejaría debajo del inicio de la pared. De ahí habría que movernos rápido por toda la base de la pared para minimizar el tiempo expuestos a caída de rocas. Para nuestra buena suerte, este acercamiento fue todo un éxito, aunado a que el clima tormentoso que se había pronosticado cedió y nos otorgo una mañana despejada y fría que había dejado la cascada completamente conectada y mas gruesa de lo que jamás la había visto.
Ascendía por la rampa lleno de emoción y ansiedad, esta era la oportunidad. Sabía que era mía. Observaba todas sus fascetas mientras nos acercábamos. La entrada vertical de hielo y mazapán, la rampa de nieve y el imponente candelabro que colgaba de la roca por lo que parecían ser 20 metros. Después de eso, una enorme repisa y dos cascadas más antes de salir a la cumbre. Ilusionado, toqué la entrada de la cascada, la sección de roca mazapán y hielo granizo, y comencé a escalarla en libre sin mayor complicación. Superé los 12 metros de hielo y me moví a gran velocidad sobre una rampa de nieve dura de 70º de inclinación o más. Hasta aquí habían transcurrido al menos 35 metros verticales. Estaba ansioso por golpear el candelabro, pero primero coloqué dos estacas y lancé la cuerda a Ramón mientras Andrés liberaba también en libre la primer sección.
Cuando Ramón llegó, nos anclamos fuera de la línea de caída y me moví hacia el centro del candelabro, saboreé la cumbre y lo golpeé con mi piolet. Tomó solo un golpe para destruir todos mis ánimos. Sentí la vibración pasar de mi piolet hasta el top del candelabro y de regreso. Vi decenas de pedazos de hielo desprenderse de todas partes y mi estomago se lleno de terror.
Aún así posé mis crampones suavemente sobre el hielo y empecé a ascender. Los swings eran delicados, más como colocación de drytool en hielo freestanding granizado. Después de unos metros y sentir como se movía todo, decidí que mi vida valía más que la probabilidad. Ese candelabro tal vez podía aguantarme o tal vez no. Era un volado que no quería echar. Regresé a la reunión con un nudo en la garganta. Probé el lateral de la cascada usando la roca como mixto. Empecé a ganar metros en posiciones completamente precarias mientras me percataba de lo separado que estaba el hielo de la roca. El candelabro seguía vibrando. Intenté meter un stopper para proteger, pero cuando lo jalé para probar su resistencia, el interior costroso de la grieta se quebró, sacándolo y desbalanceándome. Temblando de miedo desescalé a la reunión mientras las palabras de animo y prudencia de Ramón y Andrés resonaban en mi. Pegué un grito de desesperación. Era estúpido creer que podría subir por ahí. Descendimos a rappel abandonando una estaca y al tocar el suelo una roca golpeo a Andrés en el casco. Por suerte solo lo atarantó un poco. Estaba claro, nos íbamos de ahí.
Bajamos felices de haber tomado las decisiones correctas y de tener la suerte de evitar lesiones. Pero la herida era dentro de mi, en mis ambiciones.
Los días, pasaron y la expedición a Bolivia se acercaba. Cada día estaba mas fuerte y decidido. Las experiencias allá arriba me habían dado nuevas cartas para hacer mis jugadas. Ahora sé que el hielo no sirve. No lo necesito. Ahora se que debo llevar más protecciones de roca, y mas importante aún, ya podemos llegar por un camino fácil.
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