Cuando los escaladores pueden ser el cambio positivo en comunidades rurales: no te pierdas el corto United States of Joe’s de Reel Rock 14, en Cinépolis.
Cuando un escalador está compartiendo su beta a un compañero, cualquier persona que jamás haya escalado entenderá poco de lo que éste está diciendo. La escalada tiene su propio lenguaje que además se refleja en la forma en que generalmente los escaladores se relacionan con el mundo, se visten, comen, gozan de la naturaleza, la exploración y las aventuras.
Para los escaladores, su pasión no es algo que sea radicalmente ajeno al mundo cotidiano. De hecho, reconocen situaciones paralelas por ejemplo con el trabajo. Al escalar se tiene un objetivo, un resultado deseado: por lo general, llegar a la cima de una roca, cascada o montaña. Pero, para quien nunca ha escalado ni sabe nada de este deporte, ver a un grupo de personas que cargan colchones a sus espaldas y se adentran en lo desconocido, buscando rocas que trepan por líneas particulares (incluso cuando detrás hay otra forma que te permite llegar a la cima sin mayor esfuerzo) puede resultar absurdo.
No obstante, la escalada está creciendo a nivel mundial y se está convirtiendo en un deporte popular. Probablemente el hecho de que forme parte de los Juegos Olímpicos de 2020 o que Free Solo haya recibido el Óscar han sido factores determinantes para que cada vez más personas conozcan la escalada.
De acuerdo al New York Times, la industria comercial de gimnasios de escalada en Estados Unidos creció a una tasa del 6,9 por ciento en 2016, del 10 por ciento en 2017 y del 11,8 por ciento en 2018. En México, por ejemplo, en el 2019 se abrieron una cantidad importante de muros a lo largo y ancho de la República, y ya no se trata de esos pequeños espacios con dos o tres paredes escalables, sino de gimnasios de grandes dimensiones con todo el equipo y estructura necesaria para que la escalada evolucione a pasos agigantados.
De estos espacios se reconoce que son excelentes para la recreación, la diversión, el ejercicio físico, así como también para fomentar la convivencia con extraños, alejarse un momento de las pantallas, a cambio de sentirse parte de una comunidad que tiene sus propios valores, donde superarse y salir de la zona de confort son una invitación constante. Son como “un club nocturno sin alcohol para nerds alegres y atléticos”, afirma Daniel Duane en otro artículo del New York Times.
Pero, si para el 2015 se calculaban casi 500 muros de escalada abiertos en Estados Unidos y Canadá, años atrás, en los 90’s, se contaban con los dedos de la mano. Generalmente, los escaladores descubrían este deporte ya sea por venir de familias con tradición outdoors o por vivir cerca de montañas y rocas. Así pues, estos fanáticos tenían muchas posibilidades (aún hoy) para descubrir lo que para ellos son “paraísos terrenales”, cientos de hectáreas con piedras o paredes escalables. Y al encontrarlas, por supuesto, no querían nada más que explorar tierra adentro estos sitios, ascendiendo todo lo que fuera posible.
Sin embargo, esto no siempre fue fácil, y en algunos casos la gente local, terratenientes y pueblos enteros se sintieron invadidos por esa ola de escaladores que apareció en los 90’s. Un caso claro fue el que ahora retoma Reel Rock 14 en el corto United States of Joe’s y que vale la pena ver. En un pueblo rural en Utah, habitado por una comunidad conservadora de mormones, los escaladores no fueron muy bien recibidos en la última década del siglo pasado, por lo que éstos tuvieron que hacer un gran esfuerzo para poder escalar en la zona. Y este no es mas que un ejemplo de algo que ha sucedido en distintos lugares del mundo.
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Así fueron surgiendo organizaciones sin fines de lucro, como Access Fund, o en México Escalada Libre, que buscan que las zonas para practicar este deporte permanezcan abiertas logrando importantes acuerdos con los locales. Y es que, no sólo se trata de conseguir un caprichoso deseo por escalar donde uno quiere. No. La escalada y los bichos raros que la practican pueden generar cambios positivos en los lugares que visitan, siempre y cuando, claro, se realice de manera sustentable y consciente.
Un estudio del sociólogo James Maples, de la Universidad Eastern Kentucky, comprobó, por ejemplo, que en la zona de Red River Gorge -ubicada en tierras que dependen de la industria del carbón-, los escaladores generaron una derrama económica de 3.8 millones de dólares anuales. Pero no sólo eso, tanto este estudio como otros han mostrado que los escaladores prefieren consumir lo local y que, además, generan empleos fundamentales en lugares donde industrias, como la minera, cada vez son menores.
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De acuerdo a la FAO, algunos de los beneficios del turismo de montaña sustentable son:
- Genera trabajo
- Proporciona vigor y desarrollo a las economías locales.
- Proporciona alternativas para cambiar o desvanecer las industrias tradicionales.
- Genera conciencia y aprecio por parte de la comunidad de la riqueza natural y el medio ambiente y otros recursos de los que depende el turismo.
- Mejora la gestión de los recursos naturales.
- Promueve la comprensión cultural
- Apoya y preserva las artesanías y habilidades locales y únicas.
- Crea una sensación de bienestar
- Promueve una mayor comprensión interinstitucional
Además, los escaladores no requieren la construcción de carreteras para llegar a las zonas, no buscan ampliar o destruir senderos para llegar a pie de pared, no tiene la intención de visitar grandes centros comerciales o cadenas de supermercados. Al contrario, el escalador ambientalmente consciente, buscará que la zona sufra el menor daño posible con su visita. Y estas son algunas de las razones por las cuales se está convirtiendo en un deporte tan popular.
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Por supuesto, la práctica de la escalada inconsciente y masiva en sitios outdoors trae efectos negativos: daño del entorno, degradación del medio ambiente, contaminación, causar peligros naturales, alteración de la cultura local o destrucción de las estructuras sociales tradicionales, entre otros.
Por ello, es imprescindible que este deporte cada vez más popular crezca de manera sustentable y consciente, es decir, tomando en cuenta componentes ecológicos, económicos y sociales. Esto significa que el impacto ambiental ha de ser el mínimo, se ha de regular y los beneficios deben llegar a una comunidad más grande. Es necesario monitorear y controlar las actividades que pueden poner en peligro la base de recursos de la que depende la escalada.
Si contamos hoy en día con zonas abiertas y de ensueño, es porque hace muchos años esos bichos inteligentes entendieron el alimento especial que proporciona la escalada al espíritu humano y no sólo a nivel personal, sino social.
Y si este tema te gusta, mira el corto United States of Joe’s en el Reel Rock 14 que estará hoy jueves 23 de enero en 40 salas Cinépolis, donde Sender Films nos muestra una interesante historia muy a su estilo: con risas, aplausos y sobre todo mucha inspiración.