Las siguientes cinco razones muestran cómo el montañista reconoce el valor de la naturaleza y decide defender ese patrimonio que es su hogar.
La práctica de actividades al aire libre posee un reconocimiento invaluable por los montañistas: es allí donde obtienen experiencias difíciles de alcanzar fuera de dichos entornos y que, de alguna u otra forma, enriquecen sus estilos de vida. Los montañistas están estrechamente vinculados con la naturaleza.
En diferentes lugares del mundo, han sido ellos los pioneros en proteger áreas naturales y algunos de los primeros clubes de montaña han creado los cuerpos de trabajo en defensa de la naturaleza.
La UIAA, por poner un ejemplo, ha trabajado arduamente junto a la UICN (por sus siglas en inglés, es la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza) en proyectos que protegen las zonas donde se practican el montañismo y la escalada.
Patrimonio Natural: se define como el conjunto de bienes naturales situados en el territorio de un país. Este patrimonio es protegido en los distintos países a través de diversas categorías de protección. Entre estas categorías destaca la de parque natural, debido a su carácter pionero. Mediante estas medidas de protección se pretende conciliar la conservación del patrimonio natural con el disfrute público de este patrimonio, sirviendo también para las actividades de educación ambiental. El conjunto de estas medidas de protección disfrutan de un gran éxito en el mundo, habiendo actualmente más de 100.000 espacios protegidos en todo el mundo.
Ecología Verde
La comunidad montañista es una parte importante de la industria internacional del turismo outdoor y, sin duda, pueden ser ellos mismos la punta de lanza en la protección del patrimonio natural bajo una práctica responsable y las siguientes son algunas razones que lo confirman.
El montañista…
Conoce la importancia del patrimonio natural para mejorar la calidad de vida
Estar en contacto con la naturaleza fortalece capacidades físicas y mentales, proporciona un valor agregado para la vida cotidiana inigualable. De acuerdo un estudio de Stanford publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América (PNAS) en 2015, la urbanización, aunque beneficia el crecimiento económico, está asociada con el aumento de las tasas de enfermedades mentales (como la ansiedad y la depresión) en todo el mundo. Según el estudio, más del 50% de la población mundial vive actualmente en entornos urbanos, y se espera que este número ascienda al 70% en 2050. Así pues, la idea de acudir a la naturaleza como una posible terapia para la enfermedad mental nunca antes había sido más relevante.
¿Quiénes, si no los montañistas y escaladores, han reconocido la importancia del patrimonio natural? Han sido ellos los que, durante décadas, han recurrido al aire libre no sólo en busca de nuevas experiencias rodeadas de aventura y exploración, sino de un bienestar físico y mental que es difícil (muchas veces imposible) sustituir en las ciudades.
“Busca lo más vital nomás“: el montañista ha descubierto que la felicidad no llega con el hedonismo urbano, sino con la aventura sostenible
Los estilos de vida en las grandes ciudades propagan el mito nocivo de que debemos esforzarnos para sentirnos lo más cómodos posible, hacer que la vida sea lo más placentera y resistir las dificultades tanto como podamos y para ello, habrá que consumir productos y experiencias. No sentir dolor, no enfermarte, no esforzarte demás, ahorrar energía, es decir, buscar obtener la máxima comodidad y un control permanentes, pero que, al final, conducen a una vida aburrida y sin sentido.
Al contrario, la naturaleza devuelve al montañista a la realidad y le recuerda que las dificultades y la falta de control son parte de la vida, y aceptar esta realidad hace que no solo sea soportable, sino también posible sentir la alegría de estar vivo. A todo ello, además, se suma el ser consciente de que, para obtener dicha felicidad, no necesita mucho más que lo que la naturaleza le da. La naturaleza enseña a ser sostenibles.
Valora la idea de “comunidad” que se construyen al aire libre
En la práctica del montañismo y la escalada, trabajar en equipo es fundamental para progresar, allí se desarrollan los valores de compañerismo, solidaridad y empatía. Es así que trabajando en equipo, la comunidad logra un paso mucho más grande para proteger adecuadamente sus espacios naturales, así como relaciones de trabajo sustentables y la libertad para disfrutar de la naturaleza de manera consciente.
Reconoce que es en la montaña donde la exploración aún tiene cabida
La exploración es la fuerza impulsora detrás de la humanidad. Hemos estado explorando desde el principio de los tiempos, porque está en el centro de todo lo que hacemos. Desde el nacimiento, aprendemos a través de la experiencia y podemos tomar mejores decisiones futuras a partir de la información que hemos descubierto hoy. Explorar es el proceso natural por medio del cual aprendemos cómo funcionan las cosas.
Todo lo que sabemos hoy es el resultado de exploradores que nos han precedido. Sin embargo, hoy en día las ciudades están construidas con cierta racionalidad (calles, luces, letreros, puentes peatonales, normas, etc.) que delimita la exploración. La vida cotidiana se rige por rutinas (donde el tiempo está marcado por urgencias y plazos) más o menos controladas en donde la exploración no juega un papel central.
Ahora bien, estar en contacto con la naturaleza no sólo es una forma de liberarse espiritualmente, sino también de crecer intelectualmente a través de la exploración. Cuanto más expuesto está el montañista en la naturaleza, a otros paisajes, a las adversidades climáticas, a su propio instinto de orientación, motivación y aspiración, más aprende. Este conocimiento adquirido lo hace más sensible y considerado.
La exploración en espacios naturales no solo permite dejar atrás lo que pueda estar afectando nuestro hogar, sino que brinda el potencial de crecimiento interno. En una sociedad dominada por las posesiones monetarias y el progreso, nos olvidamos de disfrutar del mundo que nos rodea, pero en la naturaleza, finalmente, el montañista aprecia ese miedo de colocarse fuera de su zona de confort.
Defiende su casa, la montaña
Patrimonio es, de acuerdo a la Real Academia Española, el conjunto de bienes pertenecientes a una persona, institución o nación. La naturaleza es para el montañista su patrimonio y, en el mejor de los casos, un patrimonio del que goza y sabe, a un mismo tiempo, que no posee (como se posee un objeto: que se usa y deshecha). El montañista entiende los entornos naturales como espacios para el desarrollo personal en el que puede jugar siempre y cuando sea con las reglas no impuestas por él mismo, sino por el lugar.
Para el amante de las actividades al aire libre la montaña, la naturaleza, más que su casa, es su hogar, un recinto sagrado donde puede nutrirse de valores que le proporcionan felicidad, realización, superación y amistad. Así pues, la importancia que cobra para él estos sitios le invita a protegerla y salvaguardarla.