Ni Humboldt ni Darwin descubrieron un nuevo continente, pero al explorar América cambiaron para siempre la visión del mundo.
Charles Darwin (1808-1882) y Alexander von Humboldt (1769-1859) tienen en común el haber sido formados como naturalistas de campo, marcados por viajes de estudio y exploración que los llevo a la fama por la manera en que revolucionaron el conocimiento científico.
Humboldt fue una de las grandes influencias de Darwin. Cuando en 1831 emprende su viaje de cinco años a bordo del Beagle, Darwin contaba con dos libros de cabecera, la Narrativa Personal de Alexander von Humboldt y los Principios de Geología de Charles Lyell. De hecho, Humboldt fue la figura científica más citada en el manuscrito del diario de viaje del alemán.
Probablemente sea el continente americano el que enlace más que nada a ambos naturalistas, pues fue ahí donde Humboldt habló por primera vez de la comprensión de la naturaleza como un Todo, mientras que Darwin desarrolló la teoría de la evolución en las Galápagos. Ambos planteamientos científicos son, incluso hoy en día, tan vigentes y determinantes en la manera en que comprendemos la vida sobre el Planeta Tierra.
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Sus respectivas obras se cimentaron en sus viajes de juventud a Sudamérica, lugar que les ofreció importantes evidencias para sus futuras teorías. El viaje de Humboldt transcurre entre 1799 y 1804, al final de la época colonial y cuando tenía 30 años de edad. Recorrió en países como Cuba, Colombia, Ecuador, Perú y México. Mientras que Darwin lo realiza entre 1834-1835, con tan sólo 22 años de edad y a países como Brasil, Chile, Perú y las Islas Galápagos.
Humboldt buscó a través de sus estudios una unidad en la diversidad de la Naturaleza, es decir, una armonía subyacente, formas ideales e interrelaciones de las partes, todo ello desarrollado en la serie enciclopédica que llamó Cosmos. A su vuelta a Europa, trajo consigo dos mil especies nuevas para los botánicos y sesenta mil ejemplares de plantas.
Mientras que el oriundo de Berlín no tuvo un interés central por el problema de los orígenes de las cosas, éste sí fue el eje del pensamiento de Darwin. Darwin configuró un nuevo pensamiento a través de su estudio de los mecanismos de transformación de las especies.
Durante el período transcurrido entre mediados del siglo XVIII y el fin del siglo XIX nuestra concepción de los seres vivos y del planeta se vio radicalmente transformada. En esto los dos personajes, Darwin y Humboldt, fueron determinantes. En la modernidad no se había pensado a la naturaleza como un todo interconectado, así como tampoco se aceptaba la idea de que el ser humano no era el centro de la «creación».
Las teorías de ambos científicos se opusieron a la concepción del mundo que se tenía hasta entonces. En realidad, pocas veces en la historia de la humanidad un hombre y su obra han tenido una influencia tan grande en el pensamiento científico como lo hicieron estos dos viajeros alemanes.
Sin duda, América Latina fue un espacio importantísimo de investigación, en particular por parte de Francia y España, cuando las expediciones tomaron un sesgo más científico, en el siglo XVIII, en el contexto de desarrollo de la historia natural. El continente fue un lugar decisivo para transformar la manera en que comprendemos la naturaleza y la vida.
Humboldt y Darwin se maravillaron ante la sucesión de paisajes, la diversidad biológica y los ecosistemas que aquí encontraron y estudiaron. Las preguntas que guiaron a las expediciones posteriores surgieron a partir de los resultados de los viajes anteriores de estos científicos -y de otros, como Charles Marie de la Condamine o Richard Spruce-.
Interesarse por el pensamiento de Darwin y Humboldt tiene quizá dos razones. Por un lado, ambos tuvieron una vida llena de colorido y aventura en épocas donde ser explorado era algo mucho más complejo de lo que es hoy en términos de comunicación y tecnología.
Además, su historia nos permite entender por qué interpretamos la naturaleza tal como lo hacemos y cuál será el futuro de la vida sobre el Planeta. Ambos científicos no sólo dejaron de concebir al hombre como el centro de la creación, es decir, trascendieron el antropocentrismo, además, recalcaron en cómo la actividad del hombre puede afectar directamente la naturaleza y la vida biológica.
Actualmente, ambientalistas, ecologistas y escritores tienen sus raíces firmemente plantadas en la visión naturalista construida por ambos científicos, pero no únicamente ellos; en general, cualquier persona de Occidente, aunque muchos no hayan oído hablar de ellos.
«No existe diferencia alguna entre el destino de la tierra y el destino de la gente. Cuando se maltrata a una, la otra sufre también».
– Wendell Berry
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