«Imaginen, pueden caminar el mundo entero, de verdad pueden»: Sarah Marquis, la exploradora que ha caminado miles de kilómetros alrededor del mundo.
Cuando hablamos de personas que se han adentrado en la aventura y la exploración en su sentido más profundo, es inevitable mencionar a Sarah Marquis. En 2014 fue nombrada Aventurera del Año por National Geographic y no es para menos. Marquis, nacida en 1972 en Suiza, ha recorrido a pie y con total autosuficiencia miles y miles de kilómetros alrededor del mundo.
«No te conviertes en un aventurero: eres uno» – Sarah Marquis
Con esta célebre frase la exploradora encabeza su blog personal, y es que es precisamente la voz de su experiencia la que lo puede confirmar. De acuerdo a ella, caminar cumple su deseo de descubrimiento y su necesidad de tratar de entender la vida.
La Patagonia, Moorea (Polinesia Francesa), Canadá en Canoa, Estados Unidos desde la frontera canadiense a la mexicana en el año 2000, un total de 4,260 kilómetros en cuatro meses y seis días, camino lleno de obstáculos. Dos años después 14,000km en el interior de Australia en 17 meses (con sólo cuatro asistencias de su hermano, quien le brindó comida y ropa, algo necesario en las expediciones que lo requerían). En el 2006 caminó por la tierra de los incas, desde Chile hasta Perú a través de Bolivia, pasos que siguieron la cima de los rangos de los Andes durante ocho meses (dos de los cuales los vivió a -25ºC) y un total de 7,000km. Del 2010 al 2013, caminó sola desde Siberia hasta Australia, un viaje de una exigencia física, mental y cultural importante, después de tres años de preparación.
La lista es larga y los kilómetros recorridos por Sarah son miles, difíciles de calcular con exactitud; podríamos arriesgarnos y afirmar que han sido más de treinta mil. Ella afirma que todo comenzó cuando cazaba con siete años babosas en el huerto de sus padres a cambio de dinero (un buen método para mantener ocupada a una pequeña hija hiperactiva). A los ocho años de edad se fue a pasar la noche a una cueva, sin avisar a nadie.
En el 2015 Sarah decidió emprender su máxima aventura de supervivencia, después de haber convivido y aprendido la sabiduría de los aborígenes volvió a Australia (ya había estado allí años antes), «están profundamente conectados con la naturaleza, no imaginan cuánto», afirma Sarah sobre la comunidad que la acogió como una más. Recorrió durante tres meses 750 kilómetros, viviendo de la tierra, en la zona más salvaje del país, la región de Kimberley, lejos de los humanos. Marquis sobrevivió a las duras condiciones de la sequía, con cocodrilos de agua salada, incendios forestales y otros peligros, perdiendo 12kg de su peso corporal en la primera etapa.
«No importa lo sencillo que sea el camino, siempre debes llevar un mapa topográfico completo del lugar que visitarás. Siempre necesitas un plan B.»
Sarah Marquis
Y como en todas las grandes historias de aventura, los detalles de cada viaje son los que han determinado las grandes hazañas de Sarah. El calor del desierto en Siberia, las tormentas de arena, granizadas y deslaves que destruyeron su tienda más de una vez en Mongolia, la caminata sin mapa o GPS por las montañas de Szechuan, en China, confiando plenamente en su experiencia y su brújula, las alucinaciones de la fiebre del dengue en medio de la jungla en Laos, los cocodrilos, serpientes venenosas, cerdos salvajes y búfalos que encontró en su viaje por Australia. Cada una de estas experiencias alimentaron su apetito por la aventura.
Otro factor significativo fue, sin duda, la soledad. Muchos podrían preguntarle, ¿por qué has recorrido el mundo a pie, sufriendo enfermedades, hambre, deshidratación, desolación? Ella tiene la respuesta:
«Por encima de todo, la aventura es un estado mental, una forma de ver las cosas. A menudo es un proceso solitario que despierta los principios fundamentales, las elecciones y la curiosidad de las personas. Emprender una aventura va más allá de tus límites, es sentir a través de tu cuerpo, tus sentidos y tu espíritu los cimientos de tu ser, tu propia naturaleza.»
– Sarah Marquis
Cuando Sarah pasó quinientos diez días vagando sola por el continente australiano, confrontó con absoluta humildad los desafíos más extremos que le puso la naturaleza, empujando sus límites físicos y mentales. ¿Sola? Sí, y para lograrlo usó la sabiduría que ella había adoptado de los aborígenes, así como trucos y técnicas de supervivencia tomadas del Ejército de los Estados Unidos: caza de animales (a pesar de ser partidaria del vegetarianismo), recolección de frutos y semillas comestibles, construcción de guaridas, orientación con su brújula, conexión certera de sus sentidos con el medio, lectura de la intuición, saber incluso si a cientos de kilómetros había incendios, escuchar a los animales para entender el peligro que corría.
Sarah, una mujer occidental originaria de un país donde cuenta con prácticamente todas sus necesidades satisfechas, emprendió un largo camino por el planeta en busca de la sabiduría más profunda que la ha conectado con la naturaleza: sobrevivir. ¿Paradójico?, tal vez pero, sin duda, en cada uno de sus pasos a lo largo de los miles de kilómetros, Sarah estaba fuera de su zona de confort y sólo allí, como afirma ella, el humano se supera.
«¡Ey! pequeña chica, ten mucho cuidado, ten mucho cuidado a quién cuentas tu historia porque esto es lo más precioso que jamás sabrás, -me dijo el anciano aborigen.
Aborígen australiano a Sarah Marquis
Cuando me fui de ahí, supe que mi misión sería intentar compartirle al mundo la conexión que ellos tienen con la naturaleza.»