Nuño Domínguez: Periodista de profesión, amante de la montaña por convicción. Es redactor de Materia, la sección de ciencia de El País.
Entrevista a Nuño Domínguez: el último glaciar de España, el Monte Perdido, también sufre los estragos del fenómeno del cambio climático.
El glaciar del Monte Perdido, situado en el Pirineo Aragonés (España) a unos 2700-3250msnm, está hoy dividido en dos masas de hielo, separadas desde el 1973 a causa del derretimiento.
Hace unas semanas Nuño Domínguez y Luis Almodóvar, periodistas de El País, realizaron un reportaje sobre las condiciones del Monte Perdido, el glaciar más grande de los Pirineos, después del Maladeta-Aneto.
Para ello, se trasladaron en helicóptero a dicho glaciar, acompañados por un equipo del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC).
El pasado mes de septiembre nos sumamos a la expedición bianual que organiza el CSIC, con la intención de realizar un reportaje para El País sobre la situación del Monte Perdido. Nos subimos al helicóptero junto a un equipo especializado de geógrafos, geólogos y espeleólogos.
Nuño Domínguez
Las noticias no son gratas y tampoco nuevas. Desde el 2011, dos veces al año, una vez antes de las primeras nevadas, generalmente a mediados de septiembre y otra, cuando termina de nevar en primavera, el equipo de científicos del CSIC se traslada directamente al glaciar.
Su objetivo, realizar minuciosos estudios, registros, mediciones de la cubierta de hielo, así como verificar que los aparatos instalados en la montaña (sensores térmicos y otros más) funcionan con regularidad, para así obtener la información más exacta posible sobre los cambios que presenta el Monte Perdido.
Desde 1980 hasta 2010, el glaciar del Monte Perdido ha retrocedido un metro al año y ha perdido 50 metros globales. De acuerdo a los científicos, los Pirineos se están calentando al doble que el resto del planeta.
Nuño Domínguez
Con el derretimiento del hielo, las rocas ahora salientes y en contacto directo con el sol, elevan la temperatura del ambiente. Otro factor determinante son las oleadas de polvo que el viento arrastra desde el Sáhara y que, al llegar al glaciar, lo pintan de color café, perdiendo así reflectividad.
Es un hecho. Se estima que al glaciar del Monte Perdido le quedan aproximadamente de 20 a 30 años de vida. Para esas fechas, habrá una pequeña parte de hielo en la zona más sombría de la montaña que, finalmente, desaparecerá quizá una década después.
Nuño Domínguez
Gracias a los dibujos de los primeros pirineístas (gente de la región) del siglo XIX, comparados con las fotografías y estudios recientes, puede apreciarse el retroceso que ha sufrido este glaciar.
¿Cuál es el impacto del retroceso del último glaciar de España, el Monte Perdido?
A nivel hidrológico no hay mayor impacto, pues no atesora mucha agua, y las cuencas fluviales aledañas no se verán tan afectadas. El mayor impacto es quizá de interés sentimental y ecológico. Se trata de un paisaje que ya no verán las próximas generaciones. También habrá la desaparición de las especies que habitan el glaciar, y la aparición de otras nuevas conforme el terreno se vaya transformando.
Nuño Domínguez
Finalmente, la situación de retroceso que vive el glaciar del Monte Perdido no es tan distinta a la del resto de glaciares del mundo, como los mexicanos, aún presentes en el Iztaccíhuatl y Pico de Orizaba, y a los que, los científicos estiman, les quedan tan sólo dos años de vida.
Ahora estamos en un periodo de regresión, potencializado por la contaminación y el efecto invernadero. Se conoce como un interglaciar, es decir, hace más calor. Sobre todo, desde 1980 hasta la fecha. Hoy queda sólo el 2% de los glaciares que algún día hubo en los volcanes mexicanos.
Una diferencia que cabe resaltar es que nuestros glaciares sí ocupan una función importante para el abastecimiento de las cuencas fluviales, así como a las ciudades aledañas. Un problema alarmante en nuestro país, un tema de seguridad nacional: el de la escasez del agua.
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