Emiliano Fernández «Chamán», es escalador y montañista desde hace 20 años, así como fotógrafo, director y productor de cortometrajes y largometrajes que lo han llevado a filmar estrellas de la talla de Chris Sharma. Lo presentamos orgullosamente en su primera colaboración para Freeman.
Una de las cosas más difíciles con las que me enfrento cotidianamente, es comenzar y terminar, ya sea una proyecto para escalar una ruta deportiva, una gran pared, una montaña o una película, así que esta vez, ya que puedo, voy a empezar por la mitad y así quitarme de problemas y hacerlo más divertido.
Estoy con la nieve casi hasta las rodillas en una planicie a unos metros de la ruta normal del Nevado Pisco, una cumbre fácil de ascender y por lo mismo utilizada para llevar montañeros principiantes o como aclimatación, es un lugar espectacular por definición, está en el corazón de Cordillera Blanca de Perú. Desde este sitio puedo ver las montañas que he ascendido, las que he intentado y con las que he soñado, pero en realidad lo que tengo que ver es el piso y conseguir un anclaje, un lugar en donde la nieve no esté tan floja y me permita clavar un piolet para poder asegurar a Héctor en el último tramo de la escalada.
Estoy muy contento de haber encontrado un camino los últimos 30 metros, después de escalar 400 de la pared sur del Pisco, sin haber tenido ninguna información previa de ésta. La satisfacción es grande, el último tramo esta lleno de cornisas y seracs, sin embargo encontramos una rampa de nieve que no pasaba de 70 grados de inclinación. Al verme en el plato glacial desaparece esa angustia que generaba pensar en bajar por la misma pared y resta solo la felicidad, pues ahora podremos hacer un descenso fácil por la ruta normal. Aseguro a un piolet y me tiro en la nieve para yo mismo servir de anclaje; aunque confío en las habilidades de Héctor, nunca está de sobra asegurar, si es posible, así que lo hago hasta que lo veo dar los primeros pasos sobre la planicie, ahí le pido que se detenga un momento, saco la cámara que he llevado colgada todo el camino y busco un encuadre para grabarlo.
Me parece que el salir de la pared es un momento digno para hacer una toma, cuando uno hace video o foto en la montaña y a la vez es parte de la expedición; no es posible grabar tanto como uno quisiera, por eso hay que escoger los momentos que uno piensa más propicios. Dejo la cámara grabando y camino hacia Héctor, ahí compartimos un momento en la vida y en el cuadro, un instante que me parece afortunado, de tal manera, que es una de las tomas que escogí para la edición del cortometraje que realicé en ese verano. Salgo de cuadro con Héctor y puedo percibir la emoción que ambos tenemos por haber salido de la pared, así que le propongo hacer una pequeña entrevista. No llevo conmigo ningún micrófono inalámbrico pero no hace mucho viento, así que el sonido será rescatable si cubro el micro que llevo en la cámara. Es un momento valioso, Héctor dice unas palabras, que cada vez que vuelvo a escuchar en el corto, me parecen más valiosas por muchas razones: él es uno de los mejores alpinistas activos de México. El cortometraje que realizo busca mostrar su punto de vista sobre esta actividad, así como hacer un homenaje en vida al gran atleta que es. En la entrevista él habla de la escalada que acabamos de concluir con éxito. Está emocionado pues encontramos un camino en una pared de 400m en terreno mixto, con muy poco equipo, sin ninguna información, es decir, tomamos una aventura, «esto es de lo que se trata el montañismo» dice Héctor.
Otro acierto en esta aventura es que tuve la visión para no dejar de grabar hasta el último momento, ahí cuando lo que ya queríamos era bajar, tirar todo a la mochila y caminar fuera de la montaña, le pedí a Héctor que me regalara un minuto más. Como fotógrafo de aventura he aprendido a no dejar de grabar, hacer lo imposible por conseguir algunos momentos en los que creo. Algunas veces me ha tocado ver cómo algunos colegas dejan de grabar debido al frío, a la falta de oxígeno o simplemente por llegar al punto en que la poca energía que queda debe ser administrada y por instinto la usamos para bajar o descansar y recuperarnos.
Meses antes de este viaje, decidí realizar un cortometraje en México, que tuviera como personaje algún escalador mexicano que por alguna razón me pareciera destacado. Con algunos ahorros me pagué un viaje al norte del país, llevé el auto que me prestaron mis padres así como equipo para escalar y grabar. El “Potrero Chico” es un destino para escaladores de todos niveles. Encontré afortunadamente a Ricardo y Bruno, mejor conocidos como “Los Brunos”, para mí, un par de escaladores ejemplares, sin hablar de Bruno como uno de los mejores atletas de México, me pareció aun más interesante su historia y actitud ante la escalada. Este cortometraje resulta motivador, me dan ganas de escalar cada vez que lo veo. He realizado muchas producciones en las que no sólo no obtengo nada a cambio, sino que invierto los ahorros que pueda tener. Mi objetivo es mostrar qué es lo que puedo hacer y conseguir apoyo para realizar otra producción. Ya que Bruno es un atleta a quien en ese momento “Alta Vertical” apoyaba igual que a Héctor, me pareció que a la empresa podría interesarle mi trabajo. Conseguí un pequeño apoyo de su parte, sin embargo, el gasto para realizar un cortometraje en Los Andes es grande. Héctor tenía planeado un viaje como guía de montaña a la Cordillera Blanca, y le pareció buena idea que escaláramos juntos y realizáramos el corto.
Calculamos una fecha en la que él y su grupo estarían de regreso en Huaraz, el pueblo que es punto de partida hacia la mayoría de las montañas de esta cordillera. Como aclimatación pensé que el nevado Yanapaccha sería una buena opción, no lo conocía; algunos tramos de escalada en nieve quizás 10m de 80 grados de inclinación serían lo más complicado. En la misma quebrada está el Pisco, yo nunca lo había subido y aún tenía unos días antes de encontrarme con Héctor, así que me aventuré a conocerlo. En el campo base estaban Héctor y su grupo, desde este momento empezamos a ver la cara sur del Pisco y a decidir cuándo sería conveniente intentar escalarla, y así, con poco equipo lo intentamos, la ruta tiene algunos pasos de mixto vertical y un tramo de hielo al inicio que marcan la dificultad.
Después de esta escalada bajamos unos días a Huaraz para tocar base y salimos rumbo al Chacrarraju, una de las montañas más comprometidas de la cordillera. En muchos momentos durante esta experiencia y otras, he notado que el resultado y la realización de un corto o largometraje es exitoso si el equipo de producción es de más de una personas, pues resolver uno solo todas las partes de la grabación limita las posibilidades fílmicas, sin embargo, escalar y grabar es algo que busco, siento que el resultado es positivo al sentir la proximidad que el documental toma, al ser realizado de esta forma. Mientras Héctor escala busco lugares donde colocar la cámara, por ejemplo, cuelgo la mochila del piolet y sobre ésta pongo la cámara, cuando es posible le pido un momento para hacer una toma, esto agrega siempre un grado de complejidad y riesgo a la escalada. Cuando grabo desde arriba aumenta la dificultad pues no puedo asegurar y grabar al mismo tiempo, así que grabo unos pasos y luego aseguro. Nos quedamos unos metros por debajo de la cumbre del Chacra, a la cámara le cayó tanta nieve que dejó de funcionar. Emprendimos una aventura y regresamos a casa, logramos una de las cosas más difíciles: sobrevivir.
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