Santiago Carsolio nos comparte un escrito sobre la trascendencia del «llamado de la montaña» y de encontrar inspiración más allá de las condiciones.
Por: Santiago Carsolio
«Salida al cerro de los ídolos después de lesión»
No van días, van meses desde que me he sentido desconectado.
Los respiros salvajes siguen abonando mi ser, más es notoria la distancia con la pluma.
¿Dónde te habías metido? Coraza tras coraza, caparazón tras caparazón.
¿Protegiendo o encerrando al corazón?
Hoy la pluma no solo se revela, vuela, vuela y regresa.
Distancia de fuerza opuesta. Primero la sobrecarga trabajadora, compromisos sin sentido, máscaras superficiales. Góndolas en rápidos.
Y el monte ahí, siempre ahí.
Eternos guardianes, maestros protectores, sabia medicina que a través de fitoncidas, taninos, aceites esenciales y belleza escénica ubican la conciencia en esta tierra.
En esta tierra, nuestra única tierra.
Cada paso, cada respiro, cada zancada regresamos a ti madrecita.
Porque sabemos de tus milenarias enseñanzas. Una maestra para todos los sentidos, hasta aquellos que aún no redescubrimos.
Y por eso la ofrenda diaria de recorrer tu geografía de manera consciente (o al menos intentándolo).
A través de tus milenarias huellas en forma de intuitivos senderos.
La memoria de los senderos quizá tenga una de las llaves reconectivas más potentes relacionada con las prácticas ancestrales de ecuanimidad con el entorno.
Y así corriendo senderos antiguos viajamos, explorando hacia afuera y hacia adentro.
Un sendero sinuoso ascendente, que acaricia tus laderas, llegando a tu cúspide ceremonial, coronilla reconectiva con el cosmos.
Ofrendar, agradecer, recargar para descender.
Cuesta abajo va zigzagueante el sendero tan caminado, y con zancadas ligeras revivimos memorias. Memorias de pasados libres, en los que no había separación entre humano y naturaleza.
Y así regreso. Regreso lleno de ligereza y verdor perfumado.
Regreso vacío de pensamientos, expectativas y presiones.
Regreso porque me dicen que hay que quedarse en casa (y porque ya tengo mucha hambre).
Pero por alguna fascinante razón regresar a casa se ha vuelto regresar a ese estado natural, imaginativo y enraizado.
Saliendo al monte o bajo el techo disfrutando, el de la casa adentro y el de la casa fuera. El de regresar a las preguntas esenciales, al perfume de la gratitud, a la paz de la pausa, quietud.
Agradeciendo esta pausa, ya que todo respiro tiene su causa.
Lesión=Lección.
Es momento de atender al llamado.
Atender a él, ligero y enraizado.