Fotos: cortesía de Cintia Percivati.
Cintia Percivati, una de las escaladoras argentinas más destacadas, recientemente encadenó White Zombie, posible primer 5.14b femenil de Latinoamérica.
Cintia Percivati es una de las escaladoras más destacadas de América Latina. Atleta polifacética, se inició en la escalada tradicional a los 18 años en su país, Argentina, donde pasó diez temporadas seguidas en Chaltén. Al poco tiempo viajó a España, donde conoció la escalada deportiva, así como a otros países de Europa y América.
Al cabo del tiempo se asentó en Bariloche, aunque no pasó nunca un año completo situada en un mismo lugar, buscando objetivos alpinos o deportivos de acuerdo a las temporadas. Hasta la fecha, Cintia ha logrado grandes retos deportivos, como por ejemplo, la apertura de la ruta Viaje de Cristal, en un Big Wall de 950m en Pedra Riscada, Brasil, junto a un equipo de cuatro escaladores y 10 días en pared en el 2015. En la Patagonia argentina, participó en la apertura de la ruta La de los Marplatenses, en Río Turbio, otro Big Wall de 900m que se había empezado a equipar hace 10 años y que terminaron en esa ocasión (un apertura que requirió de una avanzada logística, realizando dos días de aproximación a pie dentro de la cordillera).
Asimismo, Cintia ha realizado ascensos al Capitán, Half Dome, en Yosemite, así como en Marruecos en Taglia. No obstante, probablemente sus logros más significativos han sido en la Patagonia, donde realizó el primer ascenso femenil argentino al Fitz Roy y tercer femenil a nivel mundial. En el 2013 logró el ascenso a Cerro Torre, también en la Patagonia. Recientemente, Cintia encadenó White Zombie, una ruta de deportiva, ubicada en España y que (de acuerdo a la información recaudada hasta el momento) representó el primer 5.14b femenil de América Latina.
Sin duda, la lista de logros en las escaladas de Cintia es larga. Para conocerlos mejor, así como su filosofía, Freeman le realizó la siguiente entrevista.
Freeman (F): Cintia, platícanos sobre el encadene de White Zombie 5.14b, en Baltzola, España.
Cintia Percivati (C): Hace unos años, en Argentina, probé un 8c (5.14b) de 25m, una vía muy de resistencia que no tiene pasos morfológicamente muy largos. Resolví todos los pasos y la tuve muy cerca; en el quinto día de intentarla me caí arriba del todo, seguí haciendo el intento, pero por distintos motivos dejé de probarla. Seguí viajando y el años pasado hice un 8b+ (5.14a). Este año el primer mes de estar de viaje empecé a recolectar unos cuantos octavos (5.13+), y dos 8b+ (5.14a) en pocos días.
Me nace el deseo de llegar a encadenar un 8c (5.14b) viendo que tenía la posibilidad de hacerlo. Digamos que subir de grado refleja para mi el crecimiento a nivel deportivo, la autosuperación. Creo que a quien le apasiona la escalada deportiva buscará distintas vías con el objetivo de encadenarlas y si hay la motivación de subir el grado, entonces cumplís con una satisfacción.
Era cuestión de encontrar algún 8c (5.14b) que pudiera hacerlo. Antes de realizar mi viaje al País Vasco un amigo me recomendó que probara White Zombie. Sabía que era el primer 8c (5.14b) a vista en la historia, que realmente tiene el grado confirmado. Cuando la probé me motivó, me gustaron los pasos, los movimientos, el estilo y sentir que era capaz de hacerla.
Finalmente salió en tres días y seis intentos. Los primeros tres intentos fueron para conocerla y sacar bien la secuencia. A partir del cuarto intento empecé a darle pegues escalando fluido. En el cuarto pegue me caí bastante arriba, estaba mucho más cerca de lo que pensaba. Al día siguiente la hice. La escalada del encadene salió porque estaba muy conectada, escalé sin presiones, disfrutándola, con buena compañía. Al llegar a la reunión me emocioné mucho.
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(F): Probablemente con White Zombie alcanzaste el grado máximo encadenado por una mujer en América Latina, ¿qué significa para ti este logro?
(C): Estuve averiguando un poco pero no sé cómo acceder a la confirmación total. Por lo menos en Chile, Brasil y Argentina ninguna mujer había logrado encadenar un 8c (5.14b).
Creo que cuando uno desea algo desde hace mucho tiempo le toma más valor a cuando las cosas salen sin desearlas tanto. Me ha motivado que desde hace años tengo el máximo grado femenil argentino y pensar que ahora también en Latinoamérica me inspira para seguir empujando ese límite. Claro, no es lo mismo subir el grado cuando ya hay desarrollo que ir empujando el límite hacia adelante. Estoy muy contenta con mi logro en White Zombie.
(F): ¿Cómo ves la escalada femenil en Latinoamérica? ¿Qué crees que haga falta para alcanzar un nivel similar al de otros países más desarrollados?
(C): Creo que el crecimiento de la escalada femenil en América Latina es exponencial. En los últimos cinco años la cantidad de mujeres que comenzaron a practicar este deporte es notoriamente mayor. Cuando empecé a escalar, hace 18 años, éramos muy pocas las mujeres repartidas por todo el país, lo que hacía difícil coincidir en la roca; por lo general siempre estábamos rodeadas de hombres. Creo que es exponencial porque es contagioso, cuanto más mujeres hayan más dócil es el ambiente para que nuevas chicas se sumen al deporte.
En Argentina te puedo decir que la accesibilidad a la roca es fundamental. Uno como deportista se puede desarrollar teniendo el medio, y cuando el medio no existe o es más escaso el desarrollo es muy difícil. Hay que darle un poco tiempo.
Me enteré que en Bariloche hay varias chicas haciendo 8a (5.13b), no son tan poquitas las chicas que están escalando octavos grados (5.13b-13d), cada vez hay más y tiene que ver con la mentalidad de creerse capaz. No creo que haya una limitación física, sino más una cuestión de un saber colectivo. Estoy convencida de que uno evoluciona mucho más en un ambiente desarrollado, así que cuantas más chicas empujen el grado las que vengan detrás más rápido llegarán a esos grados, es algo así como una conciencia colectiva.
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(F): Siendo una deportista polifacética, que practica tradicional, escalada alpina, deportiva, entre otras, ¿cómo aprecias el grado?, ¿qué significa para ti?
(C): Creo que el grado es meramente una manera de medir la dificultad, es un parámetro, te orienta en relación a los demás. Es una manera de observar nuestra propia evolución, pero para mí lo que más me motiva es que me da a entender el nivel de intensidad en el que estoy escalando, más allá de concretar el grado en sí. Cuando asciendo una vía de alto grado me da felicidad saber qué puedo alcanzar esos niveles.
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(F): Por último, platícanos un poco sobre otros ascensos que has realizado y que sean para ti los más significativos en tu carrera como escaladora.
(C): En el 2008 hice con un amigo español el primer enlace de la aguja Saint Exupery con la Rafael Juárez; esa ascensión fue para mi clave para darme cuenta de lo que era capaz de hacer, marcó una diferencia en mi progreso en la escalada alpina y la sumatoria de las dos agujas me daban a entender que tal vez podía ser posible subir el Fitz Roy.
En el 2013 escalé Cerro Torre por la cara oeste, una montaña bastante codiciada, no es de las más fáciles y para mi tiene un mérito bastante grande. Realizarlo fue una cosa del destino, pues teníamos todo preparado para el Fitz Roy pero no estaban las condiciones para escalar en roca y sí perfectas para escalar en hielo, así que, como sucede en la montaña, nos adaptarnos a la situación y tuvimos éxito.
En la Patagonia uno de los ascensos más significativos fue el Fitz Roy, una montaña con la que soñé durante muchos años, sin duda, la que más deseaba subir. La ascensión en sí fue para mi muy valiosa al lograrlo en una cordada femenina, la tercera femenina a nivel mundial y la primera argentina.
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