Kaihogyo: la práctica de los budistas que corren mil días en el Monte Hiei, en Japón, buscando la iluminación, uno de los desafíos más duros del mundo.
¿Por qué corremos? Esta es la pregunta que naturalmente surge al conocer la práctica ascética de los monjes budistas Tendai: el Kaihogyo o «rodeando la montaña». Se trata de un verdadero desafío de resistencia que tiene una duración de 1,000 días, durante siete años y una distancia similar a la circunferencia de la Tierra: 40,075km. Soo Osho (831-918) fue el fundador, un monje que vivió una vida austera y aislada en las montañas.
Realmente son pocos los monjes que se aventuran en este ultramaratón, donde el objetivo principal es alcanzar la iluminación y, cuenta la leyenda, los practicantes que no concluyen el recorrido, deben quitarse la vida. Han sido menos de 50 budistas quienes han logrado este reto desde 1885 hasta la fecha y que, por ello, han sido venerados con la mención de Daigyoman Ajari, o Santo Maestro de la Práctica Máxima.
El Kaihogyo se realiza en el Monte Hiei y únicamente puede ser llevada a cabo por monjes que pertenecen a la secta del budismo Tendai de Japón. Durante el primer año recorren 30km cada día durante 100 días consecutivos, sin dejar a un lado las labores diarias en el templo: hasta este momento, los monjes pueden retirarse.
Si deciden continuar, los siguientes dos años serán iguales que el primero. Durante el cuarto y quinto año deben correr 30km por 200 días consecutivos. Al sexto año, deben realizar el ritual extremadamente difícil: doiri; durante un periodo de nueve días el monje lleva a cabo un retiro en el que no puede beber, comer ni dormir y permanece sentado en un templo en el Monte Hiei recitando un mantra sin parar.
Sin duda, es una práctica en la que el cuerpo y la mente son llevadas al límite, en experiencias que rozan la muerte. Sin embargo, el desafío aún no termina aquí. Si el monje supera los nueve días del retiro (lo máximo que puede estar una persona sin beber, comer y dormir son 11 días), a partir de ese momento correrá 60km durante 100 días consecutivos. En el séptimo y último año, la distancia sube a 84km durante los primeros 100 días y luego baja a 30km por día durante el resto del año.
Pero no se trata sólo de correr; realizan rezos en unos 250 santuarios por día. Finalmente, el Kaihogyo permite a los monjes budistas entrar en estados de iluminación. Se trata de un tipo de meditación a través del movimiento en el que la sabiduría sobre la finitud y lo transitorio del cuerpo se hace presente. El significado de la vida cobra otras dimensiones donde, de acuerdo a los monjes, el corazón se hermana con el universo.
Para los practicantes del Kaihogyo, uno de los desafíos físicos y mentales más exigentes del mundo, no hay medallas, no hay récords. El objetivo primero y último de correr, de experimentar el deterioro del cuerpo, es seguir el sendero hacia la luz y esto, sin duda, nos remite a una pregunta: ¿por qué corremos?