Hoy, 5 de agosto, Día Internacional del Montañista, recordamos algunas razones por las cuales respondemos “al llamado”.
Lejos de pretender brindar una explicación coelhiana (de Paulo Coelho) o jodorowskiana (de Alejandro Jodorowsky) sobre el sentido de la vida, esto es, sin tener como objetivo ofrecer una receta de autoayuda que te indique qué pasos haz de seguir para hallar el significado que tiene este viaje efímero que llamamos existencia, lo que sí podemos mostrar (y probablemente todo montañista esté de acuerdo) es que en la montaña se aprende más de la vida que en la vida misma.
El montañismo es una actividad que brinda la oportunidad de probarse en un entorno en el que cometer un error significa que uno lo paga en el momento, que cada decisión es importante, que todo se desarrolla en base a elecciones, y que el truco está en percibir cada acto como tal para así lograr avanzar cada vez más alto.
La montaña, a diferencia de los libros de autoayuda, no te dice lo que quieres escuchar, no te brinda lo que esperas encontrar, no se abre ante tus pies con un territorio que esperas conquistar. La montaña no funciona como un gurú que, al darte las respuestas de tus preguntas, te resuelve la vida.
La montaña sorprende. La montaña cambia. La montaña transforma. La montaña provoca. La montaña pega. La montaña enfría y da hambre. La montaña enseña que es más importante el cómo que la meta. Que la vida es efímera. Que la felicidad no es un estado, sino un momento: sucede. Que los límites muchas veces los construye la mente, no la realidad. La montaña permite reconocer cuándo el miedo es el mejor aliado, y cuándo nuestro peor enemigo.
Si no le encuentras sentido a la vida, ve a las montañas. Tranquilo, ahí tampoco lo hallarás. Eso sí, ahí no necesitarás libros de autoayuda que te digan cuál es el camino idóneo para “alcanzar la felicidad”, para “descubrir tu fin en la vida”, para “hallar el amor eterno”. Al contrario, las montañas desafiarán esa convicción complaciente que tenemos recurrentemente, tan fácil de entender, de que el mundo ha sido hecho para humanos por humanos.
Las montañas refutarán tu (nuestra) excesiva confianza en lo creado por el hombre. Más que darte respuestas, la montaña te planteará profundas preguntas sobre la existencia, su durabilidad, la importancia de tus esquemas, tus deseos y tristezas. Te mostrará lo que realmente sí es importante. A no creer en los límites. A no rechazar lo desconocido. Te hará sentir pequeño y te brindará una plena apreciación de la vasta e intrincada red de relaciones interdependientes que constituye la vida y de la cual eres parte.
“Si no le encuentras sentido a la vida: ve a la montaña”, te responderá todo montañista. Feliz Día Internacional del Montañista, hoy 5 de agosto de 2020.
“Ir a las montañas es volver a casa; la locura es una necesidad”.
John Muir