Reflexión de Bárbara Kovacs desde su confinamiento en Austria: ¿Por qué a los escaladores nos duele especialmente la crisis del coronavirus?
Bárbara Kovacs es originaria de Hungría, creció en Viena, Austria y radica en México desde hace un tiempo. Está terminando su doctorado en el IPN en Conservación del patrimonio paisajístico y, en particular, el papel de la escalada y montañismo en los paisajes de montaña en México. Además de su relación científica con la montaña le gusta la escalada deportiva, tradicional, multi-largos, boulder, y últimamente también terreno alpino.
Por: Bárbara Kovacs
3 de abril de 2020. Viena, Austria. A horas de una repatriación desde México.
Hoy es el décimo día de mi cuarentena obligatoria, lo que significa que ni siquiera puedo salir a hacer compras o pasear un rato. La susceptibilidad a la irritación está aumentando, el sueño cada vez es más inquieto, las ganas de skypear o ver noticias van disminuyendo porque, de todas formas, únicamente se habla de un tema: la pandemia. Claro, hay clases de meditación en línea, yoga, idiomas, acondicionamiento físico, home office, familia, amigos, roomies que tal vez nos mantienen ocupados un rato, pero algo falta. Y en nuestro caso es evidente: la montaña y la roca.
Al final, el lugar del escalador está en la naturaleza, escribieron Abramson & Fletcher (2011) en su artículo Recreating the vertical. Rock-climbing as epic and deep eco-play; incluso hablan de un matrimonio entre escalador y naturaleza. Pero ahí te va algo interesante: también señalan que la motivación original de la escalada en roca era (y yo sospecho que, hasta cierto grado y para algunos, sigue siendo) una expresión de rebelión y un símbolo de “soberanía” o, dicho con otras palabras, independencia, autonomía, libertad.
Quienes hayan leído, por ejemplo, Campo 4. Recuerdos de un escalador de Yosemite de Roper (2002), saben a qué se refieren los autores. Sin dar más detalles, para motivarles a leer unos clásicos durante estos tiempos sin escalada, creo que todos hemos perdido nuestra “soberanía” en muchas áreas de nuestras vidas, principalmente la libertad de movimiento, de realizar nuestro trabajo para generar ingresos e incluso en algunas áreas que jamás habríamos imaginado, como ir a la montaña.
-MIS PRIMEROS 4,000 (ESCRITURA DE MONTAÑA)-
El escalador está acostumbrado a tomar decisiones en cada movimiento durante una ruta, está acostumbrado a evaluar constantemente el peligro de lastimarse o morir, el escalador está acostumbrado a empujar sus límites. A veces estas características nos siguen acompañando en otras áreas de nuestras vidas. Y ahora con todo lo que está pasando (sin denigrar, juzgar o priorizar) estamos todos en nuestras casas por solidaridad con la sociedad, en algunos casos sin trabajo (en otros con demasiado trabajo), viviendo en la inseguridad plena del futuro sin poder visitar los únicos lugares que nos podrían dar aliento, las zonas de escalada.
No soy psicóloga para poder interpretar profesionalmente qué significa esto para la salud mental, pero supongo que una ruptura tan grande con nuestra forma de vida tendrá efectos que se manifestarán en nuestros comportamientos y actitudes.
¿Qué se puede hacer? Antes que nada, mantenernos unidos como comunidad. Y después tal vez utilizar las plataformas y los medios de comunicación para conversaciones significativas, positivas y de apoyo entre nosotros con el objetivo de reconquistar pequeños “espacios de soberanía” que el Estado nos ha quitado en este momento por necesidad de hacer frente a la pandemia.