El pasado 20 de febrero el Paricutín cumplió 75 años de haber nacido, el volcán más joven del continente americano.
El 20 de febrero de 1943 el Paricutín cambió la vida de los habitantes Purépechas del expoblado de San Juan Parangaricutiro y el poblado Angahuan, en el estado de Michoacán, día en el que el volcán nació.
Es el volcán más joven del continente americano y el único que surgió a partir del siglo XX. Cuenta la historia que el campesino Dionisio Pulido se encontraba trabajando sus tierras cuando comenzó a temblar, a salir vapor del suelo y rocas grandes. Al presenciar esto, Pulido se acercó inmediatamente al poblado y avisó lo que estaba sucediendo.
Los pueblos aledaños fueron desalojados inmediatamente y el nacimiento de este volcán no cobró ninguna vida. El pueblo Paricutín quedó completamente sepultado bajo las cenizas, mientras que del pueblo San Juan Parangaricutiro todavía se aprecia la torre de la vieja iglesia que resistió los embates de la lava.
El Paricutín, que posee una altura de 2800msnm, tuvo su actividad más fuerte durante el primer año de su vida y continuó teniendo erupciones hasta marzo de 1952.
Pero la llegada del Paricutín ya se anunciaba desde principios de 1943. En las calmas tierras de sembradíos de maíz, semanas antes al 20 de febrero se dieron continuos temblores, sentidos desde Veracruz hasta Jalisco, que presagiaban el nacimiento de un nuevo volcán.
Finalmente el Paricutín, que nacería en las tierras del señor Pulido, representó un acontecimiento trágico para los lugareños. Los dos mil habitantes del poblado tuvieron que abandonar sus casas, sus tierras y su cultura para refugiarse y comenzar de nuevo en otros municipios de Michoacán.
El joven escritor José Revueltas, que en aquel entonces tenía 29 años, fue enviado como corresponsal del periódico nacional El Popular, para que realizara un reportaje sobre la erupción del volcán.
«Dionisio Pulido, la única persona en el mundo que puede jactarse de ser propietario de un volcán, no es dueño de nada. Tiene, para vivir, sus pies duros, sarmentosos, negros y descalzos, con los cuales caminará en busca de la tierra; tiene sus manos, totalmente sucias, pobres hoy, para labrar, ahí donde encuentre abrigo. Sólo eso tiene: su cuerpo desmedrado, su alma llena de polvo, cubierta de negra ceniza.» – José Revueltas en Visión del Paricutín. Un sudario negro sobre el paisaje.
Hoy, 75 años después, los pobladores de aquellas tierras habitan otro lugar, el Nuevo San Juan Parangaricutiro, donde han intentado reencontrar su cultura y sus tradiciones perdidas. Esa gente que vivió de cerca la fuerza de la naturaleza y el inesperado nacimiento de un volcán.
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