Hacer proyectos de montaña y escalada en México ya dejó de lado la era en que se pedía patrocinio para ir al Aconcagua por la normal. Abundan ejemplos de la visión que está llevando al gremio a nuevas fronteras.
Hace algunos meses publicamos un artículo con consejos que consideramos útiles para conseguir patrocinios y llevar a cabo proyectos en el mundillo mexicano de los deportes de aventura, se trató de un pequeño resumen de la experiencia que, desde Freeman, hemos tenido lidiando con marcas pequeñas, marcas grandes, deportistas, gobierno e incluso con nosotros mismos en la lucha por darle sentido a los proyectos de hacer cosas que llenen el corazón y el bolsillo en suficiencia para retirarse -al menos por un momento- de la realidad cotidiana en la que ni los corazones ni los bolsillos de la mayoría tienen lo necesario. Se llamó «6 consejos para conseguir patrocinios en la escalada», y fue, en realidad, una nota muy sencilla.
El asunto es que poco después platicamos con Jonathan «Perseo» González en la reinauguración del Toka y tocamos el punto. Parte de la chamba en Freeman es invitar a todo el que se deje a escribir artículos sobre sus proyectos en la roca, el cerro, el agua o el aire -sin importar el grado de dificultad, creemos que siempre tiene valor comunicar la vivencia de todo individuo que busca su libertad con estos y otros deportes y actividades-, y lo mismo pasó con Perseo. Casi todas las conversaciones que surgen con deportistas quedan ahí, en las palabras, pero este vato salió del Toka a conseguir patrocinios, alineó a su equipo y se llevó a la banda en un roadtrip de Guadalajara a Canadá haciendo paradas probando rutas icónicas en Squamish y entrevistando a leyendas de la talla de Fred Beckey para concluir ascendiendo la Beckey-Chouinard en los Bugaboos, una de las «100 mejores rutas de Norteamérica», según el propio Beckey.
En resumen, es increíble que de una conversación que ha surgido decenas de veces con otro tanto de atletas, Perseo haya encontrado una o dos palabras que le sacaron la motivación -que ya llevaba dentro- para hacer realidad su proyecto.
Pero las «Rutas de Tributo» son solo un ejemplo más del nivel que tiene ahora el deporte de aventura en México. El gremio siempre, desde muy temprano en la historia del montañismo, ha tenido representantes individuales que por derecho propio tienen un lugar en la élite mundial, pero colectivamente ha sido complicado mantenerse a la altura. Escuelas y organizaciones han ido y venido, egos y promesas se han elevado y desinflado, y aún hoy no hay reglas claras para ser guía de montaña -por ejemplo-. A pesar de todo, vivimos una época en la que se abre un nuevo muro de escalada cada tres o cuatro meses y pareciera que Línea Directa publica cada fin de semana un nuevo ascenso de primera categoría. ¿Cómo lo han logrado? Creando valor -económico, deportivo e incluso social- para sus seguidores, patrocinadores y para ellos mismos.
La familia está creciendo y ya no es la burbuja de décadas pasadas en la que unos cuantos iluminados resguardaban con celo la sabiduría y pureza de las prácticas místicas del montañismo de élite. La excepción eran algunos nobles Prometeos que transmitían el conocimiento, como Alfredo Careaga, por ejemplo, que a muchos nos enseñó a rapelear al cuerpo y sin chillar, o Armando Dattoli y Alfredo «Picos» Velazquez, quienes en su momento nos ayudaron a lanzar el Reel Rock en México y la página de Freeman.
La camaradería común del montañista de a pie ya trascendió para conseguir grandes proyectos. Hoy basta rascarle un poco para saber que hay mexicanos haciendo salto BASE desde cuerdas flojas a 100 metros de altura en las Barrancas del Cobre, que Zenith Adventure Media hace producciones que en cualquier momento le andan pegando a un primer lugar en el circuito de festivales, o que el UTMX de Marcos Ferro es una de las carreras de mejor calidad, incluso internacionalmente.
Desde Freeman creemos que vivimos una bonanza en que las habilidades deportivas, profesionales y de negocio se unen para que los deportes de aventura en México completen su integración a una realidad en la que no basta el idealismo y la nobleza para llegar más lejos, hace falta dinero, pero no chupado de los bolsillos de las marcas, sino generado a través de crear valor.
La motivación para esta nota fue ver las fotos y tomas espectaculares que Perseo mandó para la tercera parte de su relato sobre Rutas de Tributo. No le piden nada a los ganadores de cada año en Banff, Kendal o Telluride. Eso sí, ya veremos cómo queda el corto final por ahí de enero en que lo presentemos.
Ver esto nos lleva a pensar que a lo mejor ya podemos aspirar a poner la vara más alta en los deportes de aventura en México. No todo se trata del logro deportivo.
Tal vez ya podemos aspirar a tener certificaciones de guías de montaña y escalada (y ya entrados, hasta de entrenadores de trail running), posiblemente sea hora de que la industria de guías se formalice y consistentemente cree empleos que permitan a más gente vivir decentemente detrás de actividades ambiental y socialmente responsables. En una de esas hasta recuperamos San Rafael y la Sierra de Guadalupe de la delincuencia y hacemos crecer proyectos como Climbing Frontiers, que rescata con la escalada a jóvenes en situación de riesgo. Esto no es solo por el deporte en sí mismo, es porque estos deportes en particular son positivos socialmente, siempre y cuando nos pongamos de acuerdo.
PD. En julio los montañistas se unieron y consiguieron que el Estado de México creara una Policía de Montaña. Para nadie es secreto que esa unión se desgastó en segundos, pero el logro permanece.
El próximo lunes sacamos la tercera parte de Rutas de Tributo, el proyecto de Perseo.
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