Decenas de escaladoras mexicanas de todo el país fueron parte de las diferentes marchas ocurridas el 8 de marzo, así como del paro nacional femenil del lunes 9 de marzo de 2020.
En dos días que deberán ser un parteaguas en la lucha por la equidad y alto a la violencia de género, la comunidad escaladora nacional fue representada por mujeres que marcharon el pasado domingo 8 de marzo (8M), en el marco del Día Internacional de la Mujer, y mostraron lo que significa su ausencia durante el paro del día siguiente (9M).
El contingente escalador más numeroso del 8M fue el de la Ciudad de México, al que se sumaron escaladoras de ciudades cercanas con pancartas, consignas y rechazo a la evidente e insostenible violencia de género que vive el país.
Desde el sábado previo, 7 de marzo, se percibía en redes sociales la preparación que tuvieron las escaladoras para ser parte de la marcha y la importancia que tendría. El domingo, en la Ciudad de México, la ola morada tiñó las calles del Centro hacia el Zócalo capitalino, un tono que debería permanecer en cada pared, monumento y cada mente hasta el día que la situación sea resuelta.
Pocas situaciones en la memoria histórica reciente han unido tanto a la comunidad -al interior de la escalada y fuera de ella- como el 8 y 9 de marzo. Sin negar los matices que indudablemente existen en el espectro de opiniones respecto al tema, el punto prioritario permanece claro, fuerte y doloroso: alto urgente a la violencia de género.
El #8M también tuvo voz en la montaña
El mismo domingo 8 de marzo, un grupo de montañistas liderado por Yolotzin Medina, representante en México de la agrupación latinoamericana Mujer Montaña, ascendió el Iztaccíhuatl para hacer, desde ahí, un acto que plasmara el mensaje desde la trinchera de los deportes de montaña.
«Queremos hacer visible de manera simbólica el mensaje para detener la violencia de género, desde un símbolo del imaginario mexicano que representa a la mujer más grande de México, la montaña Iztaccíhuatl, nuestra MUJER BLANCA.»
“En las ciudades y en las montañas, en los bosques y en los desiertos, que no quede un espacio en este país para decir basta a la violencia de género”
Hay trabajo pendiente en los deportes al aire libre
En comentarios recibidos, un porcentaje amplio de las escaladoras comenta no haber vivido violencia de género al interior de la comunidad escaladora -sin que eso signifique que los casos no existen-, pero al exterior, sin embargo, la mayoría comenta que sí ha sido víctima de algún tipo de violencia de género en su vida.
Es en ese marco que la comunidad escaladora debe redoblar esfuerzos para ser un espacio seguro y contribuir a crear una cultura sin machismo. Si bien no se han reportado al momento casos de violación o feminicidios al interior del deporte, sí existen numerosos ejemplos de actitudes nocivas en este contexto, y que van del acoso y atención excesiva a mujeres en muros de escalada, a la premiación inequitativa en competencias, por ejemplo.
Desde Freeman, damos cuenta de la situación de emergencia que existe ante la violencia de género en México. Nos es evidente que no puede haber cultura de montaña ni expresiones de lo que llamamos «aventura», si un aspecto tan básico -fundamental al grado que pareciera absurdo tener que recordar su importancia-, no es atendido.
A la comunidad de montaña:
Sobran ejemplos del impacto que la comunidad de montaña puede tener cuando trabaja en conjunto. Del rescate vertical y asistencia en sismos, a exigir seguridad en las montañas o la protección de parques nacionales, el trabajo y la voz de nuestra comunidad ha tenido efectos importantes.
Nos contamos en números modestos, pero nuestra voz y nuestras acciones valen por mucho más. Empecemos por reconocer el rol que hemos tenido para mantener con vida la cultura machista mexicana dentro y fuera del montañismo, la escalada, el trail, o cualquier actividad al aire libre. Tengamos la fortaleza para aceptar que hemos sido parte del problema y el valor para ser parte de la solución.