Fotografías: cortesía de Sílvia Vidal.
Sílvia Vidal, la escaladora de Barcelona que ha viajado alrededor del mundo abriendo rutas de alta dificultad técnica y en completa soledad.
Sílvia Vidal es una de las escaladoras y exploradoras más impresionantes de la actualidad. A sus 48 años de edad y con 27 años practicando este deporte, la catalana ha abierto y repetido rutas de dificultad al rededor del mundo, comenzando en sus propias tierras, en Montserrat, donde hizo la repetición de Vudú (A4+) y Mirall Impenetrable (A5) con Pep Masip y Pere Vilarasau, pero también en Amin Brakk, en Pakistán, abrió la ruta Sol Solet (VII 6C+, A5), con Miquel Puigdomènech y Pep Masip, así como de The Belgarian con Nico y Olivier Favresse, Sean Villanueva y Stéphane Hanssens.
La escalada artificial es la disciplina que más practica y suele realizarla en lugares remotos y paredes de alta montaña. Por ejemplo, repitió la ruta Principado de Asturias (A4), Picu Uriellu, España, por la que fue galardonada con el Piolet de oro. Abrió Life is Lilac (A4+ 6a), Shipton Spire, Karakorum, en Pakistán, y también Naufragi (1,050 metros, A4+), en el Himalaya, India.
Para Sílvia, uno de los aspectos más trascendentes es la forma en cómo elige realizar sus escaladas. Entre las modalidades que más disfruta es escalar sin ningún tipo de medio de comunicación, en solitario y con completa autosuficiencia. Su última expedición fue en Alaska, en los Picos de Arrigetch, Xanadu abriendo la ruta “Un pas més”, donde estuvo 36 días cargando y bajando alimentos y equipo (150 kilos) durante dos meses y 17 días viviendo en la pared. En el Kinnaur valley, escaló una pared virgen situada en el macizo del Kailash Parbat, donde abrió la ruta “Naufragi” (1,050 metros, A4+), con 25 días en pared. Cuando escaló Serranía Avalancha, en la Patagonia, estuvo 32 días. En todos estos casos Sílvia lo realizó completamente sola y sin vías de comunicación.
Para Sílvia Vidal, la escalada va mucho más allá de una simple actividad deportiva, no sólo por su alta dificultad técnica sino porque encuentra en ella el alimento vital para satisfacer su anhelo de aventura.
«Quería subir paredes, grandes paredes. Primero cerca de casa, más tarde quiso subir las que estaban más lejos y cada vez con más difícil acceso. Luego, quise ir sola, para poder experimentar la soledad. La soledad de la buena; aquella que uno escoge.»
– Sílvia Vidal
Además, Sílvia realiza pláticas tanto motivacionales para empresa como para festivales de montaña (con formatos diferentes), que llenan de inspiración al público oyente. Sin duda, es todo un privilegio escucharla en vivo.
Para conocer un poco más sobre su historia y su filosofía, Freeman le realizó la siguiente entrevista.
Freeman (F): ¿Sílvia, cómo encontraste la escalada?
Sílvia Vidal (S): Empecé a escalar cuando estaba en la universidad estudiando educación física y nos presentamos como equipo de la universidad a una competición de deportes de aventura, un raid; una semana non-stop de mountain bike, orientación, descenso de barrancos, kayak, escalada. A partir de ahí empecé a escalar con más asiduidad.
(F): ¿Qué significa para ti la escalada?
(S): Para mi la escalada es una herramienta a través de la cual puedo experimentar momentos, sensaciones. A veces éstos son muy intensos, con lo que marcan un antes y después de esa experiencia.
(F): ¿Tu disciplina favorita es la escalada artificial en solitario, con completa autosuficiencia y en muchos casos aislada de la sociedad?
(S): No es que sea mi favorita, sino que es la que uso cuando voy de expedición sola. Me gusta la escalada artificial y me gusta la escalada en libre. Ambas las puedo practicar tanto con compañeros de cordada como en solitario. Únicamente voy sola cuando así lo siento; no como norma, ni como predilección.
Una expedición implica un viaje, un lugar remoto, una aventura, una experiencia que a veces quiero vivir en soledad, y es entonces que decido ir sola; por la vivencia. Porque ir solo o acompañado lo cambia absolutamente todo.
(F): En un momento donde los lugares remotos parecieran estar cada día más cerca, como el Everest, la montaña más alta del mundo que hoy es abarrotada por cientos de personas, en un tiempo en el que pareciera importar más “el qué” que “el cómo” en los deportes al aire libre, tú eres un ejemplo de lo que actualmente puede entenderse por “espíritu aventurero”, “exploradora de lo desconocido”. Has realizado escaladas en grandes paredes vírgenes en lugares remotos como en el Himalaya, en Mali, en la Isla Baffin, en la Patagonia, entre otros. ¿Tiene esto que ver con el compromiso que encuentras en la escalada? ¿con tu forma de entenderla?
(S): Para mi el compromiso es personal. Compromiso conmigo misma de realizar la escalada y la expedición en la forma que yo decida; normalmente sola, incomunicada y de forma bastante autónoma.
Cómo hacemos las cosas determina nuestra manera de ser; la propia.
(F): Tu última expedición ha sido en Alaska, en los Picos de Arrigetch, Xanadu abriendo la ruta “Un pas més” . Estuviste 36 días cargando y bajando alimentos y equipo (150 kilos) durante dos meses y 17 días viviendo en la pared, completamente sola. Cuando escalaste Serranía Avalancha, en la Patagonia, estuviste 32 días, completamente sola. ¿Qué significa para ti la soledad?
(S): La soledad para mi es un requisito cuando estoy buscando una experiencia que marque un antes y un después en mis vivencias. Estando en soledad todo lo vives con mayor magnitud.
La soledad buena (aquella que escogemos) suele ir acompañada del silencio y el silencio habla.
(F): ¿Qué significa estar colgado 32 días en la pared?
(S): Difícil de explicar, porque hablamos de 32 días, donde vives muchas situaciones nuevas y diferentes. Durante esos días tu vida va a estar conectada a una cuerda y a la vertical. Ahí colgado tienes la oportunidad de ver las cosas desde otra perspectiva, tu movilidad es limitada y las comodidades desaparecen. Hay que adaptarse, hay que aguantar momentos de frío, hambre. Hay que disfrutar de los buenos momentos también, pues hay momentos de todo.
(F): Cuando vuelves a la civilización, ¿cómo te sientes? ¿Es un regreso cómodo y sencillo o más bien pasas por un proceso que finalmente te permite sentirte bien en la ciudad?
(S): Regresar a la civilización siempre cuesta, de la misma manera que llegar a un entorno de naturaleza salvaje también cuesta. Hace falta una aclimatación para ambas situaciones, porque salir de una zona y entrar en otra es un contraste tan grande que en ambos sentidos hace falta un período de tiempo para ponerse en situación.
Los regresos antes eran muy incómodos, ahora cada vez lo son menos, porque al final se trata de aprender a estar bien allí y aquí. Poco a poco.
(F): Sin celular, sin señal de internet, sin tener conocimiento de la meteorología que habrá (eso sí, con el material, equipo y conocimientos necesarios), es la forma en la que te adentras a una gran pared y que, inevitablemente, te acerca constantemente a la experiencia de la incertidumbre, ¿qué significa para ti la incertidumbre y qué te ha enseñado?
(S): Tener el material, el equipo y los conocimientos necesarios no ayuda a saber qué meteorología habrá, con lo que toda decisión relacionada con la meteorología (si atacar cumbre o esperar, si seguir o abandonar en función del tiempo) va a condicionar la logística de una ascensión.
La logística es básica, pero cuando no hay información, todo se complica, porque tienes que tomar decisiones sin parámetros de referencia.
La incertidumbre va de la mano de la aventura. Si lo tienes todo controlado, si sabes qué va a pasar en cada momento, no va a ser una aventura.
En la incertidumbre encuentro la motivación, porque todo aquello que es incierto me genera curiosidad, y me hace mover en esa dirección. Porque ir hacia aquello que no tienes el 100% de seguridad de que vas a lograrlo, es un reto. Y los retos son motivadores.
(F): En la cultura escandinava hay un término para definir la experiencia en la naturaleza que va más allá de un mero consumo o recreación, que remite al valor de pasar tiempo en lugares remotos para el bienestar espiritual y físico: se le denomina “Friluftsliv” e implica el encuentro incondicional con la naturaleza; es sentirse a sí mismo como parte del paisaje. La capacidad de ser absorbido por un lugar es un estado mental, una habilidad que, de acuerdo a esta filosofía, necesita entrenamiento y aislamiento. Sin duda, en las distintas disciplinas de la escalada hay diversas formas de conectar con la naturaleza. Pero en la modalidad que tú elegiste, la escalada artificial en solitario, hay algo muy cercano a la filosofía del “Friluftsliv”, ¿no es así?
(S): Más que la modalidad lo que hace que así sea es el entorno. Como más remoto, más salvaje, más naturaleza haya más vas a poder experimentarlo. Por suerte todas las grandes paredes están al aire libre y normalmente en entornos bonitos.
(F): Finalmente, con ánimo de conocer un poco sobre tu postura respecto a la escalada, quisiéramos preguntarte ¿cuál es tu opinión sobre el grado en la escalada?
(S): Pienso que el grado es sólo un número, una referencia, una orientación de la dificultad con la que puedes encontrarte al escalar una vía.
(F): Muchas gracias Sílvia por tu tiempo. Un placer.
(S): Gracias a vosotros.
Puedes conocer más sobre Sílvia Vidal en su página web: http://www.vidalsilvia.com/.