Esta entrevista fue posible gracias a la colaboración de Elsa Ávila.
Foto de portada: PD-Polish, Wikipedia Commons.
Krzysztof Wielicki, uno de los más grandes alpinistas de todos los tiempos, defensor del estilo, platica con Freeman sobre su vida y el alpinismo actual.
Krzysztof Wielicki es uno de los más grandes alpinistas de la historia. Nacido en Polonia en 1950, fue el quinto hombre en coronar los catorce ochomiles, el primero en ascender el Everest (1980), el Kangchenjunga (1986) y el Lhotse (1988) en invierno. Fue pionero en tres formas de alpinismo: invernales, escaladas relámpago y ascensiones solitarias y fue líder de la expedición que pretendía la primera invernal del K2 en invierno del 2017-2018 (habiéndolo intentado ya en el invierno de 1987-88 y en el de 2002-03). En 2018 recibió el Premio Princesa de Asturias de los Deportes junto al italiano Reinhold Messner.
Te compartimos la entrevista que Freeman Outdoors le realizó a Krzysztof Wielicki sobre el alpinismo actual, los momentos más significativos de su carrera y el futuro de este deporte.
Freeman (F): ¿Qué significa para usted el alpinismo?, ¿cuál es su esencia?
Krzysztof Wielicki (K): En realidad no lo sé. La pasión es algo semejante a las drogas, eres muy dependiente a ella. Cuando comencé a hacer montañismo, recuerdo que llegué a mi primera cima y me di cuenta que toda mi vida iba a estar en las montañas. Es difícil, porque en realidad mis padres no fueron montañistas, así que, para mi el alpinismo es eso, algo inexplicable de lo que me obsesioné toda mi vida.
(F): ¿Qué significa cultura de montaña para usted?
(K): Para mi no es lo que ahora se suele practicar; hoy en día la gente realiza alpinismo de muchas formas distintas. Nosotros, en cambio, lo hacíamos de la manera clásica y era la única forma de hacerlo, desde las montañas más pequeñas hasta las más grandes.
(F): ¿Qué distingue al alpinismo actual del que realizó hace tres o cuatro décadas?
(K): Hay una gran diferencia. Nosotros estábamos escribiendo la historia, por ejemplo, con los ascensos invernales que jamás se habían intentado. En los 50s y 60s se trataba de lograr experiencias reales, alpinismo real, dar el primer paso, abrir camino. Ahora creo que es muy difícil hacer algo realmente interesante y nuevo. Las opciones en los Himalayas cada vez son menos.
(F): En 1980 realizó el primer ascenso invernal del Everest y posteriormente del Kangchenjunga y el Lhotse, ¿cuál es la gran diferencia entre las condiciones para subir un ochomil invernal ahora a las que habían en 1980?
(K): El invierno es el invierno, eso no ha cambiado, pero hemos perdido las grandes exploraciones. Al final de los 80s grandes alpinistas polacos ya se habían retirado y nos decían “ustedes deben hacer cosas diferentes a las que hicimos nosotros”. Así pues, nadie había buscado ascensos invernales en el Himalaya y resultó muy importante intentarlo. Como alpinista, no puedes quedarte sentado y pensar “qué habría pasado si no lo hubiéramos intentado”. Creímos que iba a ser posible y eso nos llevó a lograrlo.
Creo que el equipo ha evolucionado gracias a la tecnología, pero en realidad, puedes tener el mejor equipo del mundo pero si no eres un buen alpinista no lograrás nada nuevo. Eso sí, ha evolucionado la comunicación, lo que ahora permite saber qué clima habrá al día siguiente y esperar una buena ventana. En los 80s no podías saberlo y simplemente lo intentabas.
(F): ¿Cuál fue uno de los momentos más significativos de su carrera como alpinista?
(K): Que sigo vivo (risas). Escalé durante cincuenta años, de manera muy brutal. Estuve muchos años en los Himalayas y sobrevivir ha sido mi mayor logro.
Pero creo que escalar el Nanga Parbat completamente solo fue algo muy significativo. Cuando llegué al campo base no había nadie, había terminado la temporada y tuve que decidir si podría hacer el intento completamente solo porque no conocía el terreno, nunca había estado, no conocía la ruta. Pensaba “quizá el tiempo se pone mal, quizá se pone mal, quizá…”, pero no, estaba perfecto. Así que, “el clima no quiere cambiar, entonces lo tengo que intentar”. Fue muy especial.
Cuando llegué a la cumbre quise hacer algunas fotos para tener pruebas de que había estado allí, ¡estaba solo! En el último momento, antes de descender, vi unas telas y encontré un pitón que tomé conmigo como prueba. Finalmente, cuando volví a casa y conté que había hecho cima solo en el Nanga Parbat nadie me pidió pruebas (risas). Tiempo después, en el Festival de Cine de Trento, en una conferencia platiqué la historia y mostré el pitón, y una persona entre el público dijo “¡es mío!”; era un pitón de 1976 de Robert Schauer con la leyenda “Austria 76 High Mountain Grass”.
(F): Ascender el Lhotse invernal, así como el Nanga Parbat, ambas en solitario y esta segunda de manera muy rápida, fueron grandes hazañas que se recordarán como dos momentos históricos para el alpinismo, ¿qué significan para usted y cómo los ve ahora, décadas después de que las lograra?
(K): En mi juventud fui un escalador muy rápido. No es que haya querido escalar sin compañía, pero en el Lhotse mis compañeros no se encontraban bien, así que decidí intentarlo solo. En esa ocasión, yo había sufrido recientemente un accidente en la India, donde me impactó una piedra en la cabeza y me comprimió unas vértebras, así que tenía miedo de no poder volver a salvo. Cuando empecé a descender del Lhotse, después de llegar a la cumbre, comencé a sufrir hipotermia. Leszek Cichy, con quien hice la primera invernal del Everest, supo que no me encontraba bien y venía a ayudarme. La bajada me costó mucho, pero ver a Cichy intentar ayudarme me llenó de fuerzas. Es algo extraño de explicar, pero esas conexiones se dan en la montaña: el simple hecho de no saberse solo, aunque él estuvieran lejos, me hizo sentir mejor y pude descender.
Hoy en día creo que si pudiera repetiría muchas cosas, pero no el Nanga Parbat. Haber hecho cumbre completamente solo, aislado, sin conocer la montaña, la ruta, es exactamente como no lo debes intentar, no así. Creo que ese día tuve mucha suerte, pero no era la manera adecuada de hacerlo.
(F): En una época en la cual ascender el Cho Oyu en primavera es un logro personal, pero no tanto un hecho histórico, y donde también podemos encontrar mareas humanas esperando para poder pisar el techo del mundo, ¿cuáles son los verdaderos desafíos actuales para el alpinismo?
(K): Sí, creo que ahora ya no se escribe la historia en los Himalayas. Los logros más importantes son los que marcan la historia. De los 60s a los 90s había un sinnúmero de posibilidades, ahora prácticamente ya todo está hecho y los objetivos se han reducido. Quizá el desafío más grande es el ascenso al K2 invernal, aún pendiente y claro, abrir nuevas rutas en los sietemiles y seismiles, pero los medios no están interesados en esas aperturas, no son noticia.
Tengo un amigo que nunca llegó a una cumbre de un ochomil, pero nos acompañó en muchas de las expediciones. Él nos enseñó lo importante que es compartir, lo importante que es estar juntos, la entrega, el trabajo en equipo, la lucha por un objetivo en común. Es importante tener un objetivo, pero aún más importante es cómo se logra, el camino que se elige, el estilo que se escoge. Yo mismo estuve muchas veces en la montaña sin hacer cumbre.
(F): Se dice que esta será la última década en la que el hombre pueda frenar el calentamiento global y el aumento de la temperatura del planeta, antes de que sea demasiado tarde. El alpinismo tiene por casa a las montañas, ¿tienen los alpinistas la obligación de hacer algo al respecto, de involucrarse en la acción climática? Si es así, ¿qué deberían comenzar a realizar?
(K): Para ser sincero, no veo este problema en los Himalayas. Creo que la acción climática se ha de realizar por los científicos más preparados pero no por los alpinistas.
(F): ¿Qué opina del llamado turismo de montaña?
(K): Pienso que es bueno que la gente vaya a las montañas, pero tienen que seguir las reglas. Cuanto más alto quieras llegar, más importante es tener educación. Todo el problema ecológico que sufrimos hoy en día es un problema de educación. De verdad creo que podemos salvar al mundo, pero es necesaria la educación ambiental y sobre todo con el turismo de montaña.
(F): Krzysztof, muchas gracias por concedernos esta entrevista. Es para nosotros un honor escucharle y aprender de usted.
(K): Muchas gracias a ustedes.