Gerardo es autor invitado en Freeman.
A últimas fechas, compartir para mí se ha convertido en una forma increíble de conectar con la demás gente desde un café hasta una carrera en un domingo cualquiera, porque uno construye empatía a través de experiencias, momentos, recuerdos, acontecimientos, historias, pensamientos, sentimientos, éxitos, sonrisas, desilusiones, tristezas, dolores, etc.
Sin embargo, la conexión que se genera a partir de una corrida es muy profunda, porque aunque existen pensamientos que no se comparten expresamente, existen reflexiones tácitas que hemos experimentado en algún momento (ya sea en algún entrenamiento o en alguna carrera), dichos pensamientos son muy particulares de la gente que hace deporte; se trata de “la duda” constante. Sí, entre los corredores (y supongo que entre muchos otros deportes) existe siempre la incertidumbre en tu desempeño, ya que existen un sinfín de variables que afectan el resultado: el tiempo de salida, la distancia, un posible dolor físico, el efecto del clima, la dificultad de la ruta, etc., pero invariablemente existen pensamientos que se contraponen siempre: entre el sí se puede y lo imposible (“la duda”). Dichos pensamientos en particular hacen, desde mi punto de vista, que el corredor se conecte de una manera muy profunda y especial con otros corredores.
«Tu mayor reto no es otra persona. Es el dolor en tus pulmones, el ardor en tus piernas y la voz en tu interior que grita ‘no puedo’, pero no la escuchas. Te esfuerzas más. Entonces escuchas a la voz susurrar ‘puedes’. Así descubres que la persona que creías ser no es competencia para la persona que en realidad eres.»
¿Cuál es ese motor que nos hace continuar con el fin de lograr nuestro objetivo?
Yo creo que son dos factores propios del ser humano:
1) la voluntad
2) la fe de conquistar lo imposible.
La voluntad porque uno quiere ser mejor siempre y la fe porque así se conquistan los sueños y las ilusiones, pensando en todo momento que lo imposible es posible. Pienso que todos los fracasos construyen el camino del éxito y el correr nos lo recuerda siempre, sé que es difícil de entender, pero todos los corredores y, también como seres humanos, lo hemos experimentado.
Sin embargo, para el corredor un nuevo día es una oportunidad más para demostrarse a sí mismo que la vida continúa y que siempre existe una oportunidad para cumplir con nuestros sueños y nuestras metas, se trata de una oportunidad constante para ser mejor corredor y, en consecuencia, trasladamos este eje rector de pensamiento a nuestra vida: al desempeño profesional, laboral, en pareja, como amigo, como hijo, como hermano, etc. El correr nos recuerda siempre y en todo momento que existe siempre la esperanza, a través de la voluntad y la fe, para comenzar de nuevo y conquistar lo que sea para convertirnos en un mejor corredor y, en consecuencia, en una mejor persona.