Santiago Vaca y Rodrigo Ramos nos comparten “Cadena Nebular”
Miniclip del primer ascenso de “Cadena Nebular”
Peña de Bernal, con sus 350 metros de altura, es considerado el tercer monolito más grande del planeta. Se ubica en el pueblo de Bernal y pertenece al municipio de Ezequiel Montes. Sin duda, la peña forma parte ya y desde hace muchísimos años de la historia de la escalada en roca de nuestro país.
Todos los fines de semana acuden escaladores de diferentes partes del país y del mundo, para intentar subir por sus paredes. Desde finales del año pasado, la peña cuenta con una nueva ruta, recién equipada y la cual acaba de ver su primer ascenso a manos de sus armadores. “Cadena Nebular”, una nueva aventura para escalar la peña.
Por Santiago Vaca
A finales del año pasado, Rodrigo Ramos y yo decidimos que queríamos armar un multilargo en la Peña de Bernal, así que compramos cien taquetes expansivos y sus plaquetas, para que sin importar la línea que escogiéramos pudiéramos llegar a la cumbre. Ambos habíamos equipado rutas, pero nunca antes un multilargo.
Más que seguir una postura respecto al armado de rutas, considero de suma importancia el no armar para uno mismo, sino considerar que ese trabajo quedará para la posteridad y que muchas otras personas van a hacer uso del equipo que colocaste, así que es vital que el armado sea lo más seguro posible.
Originalmente teníamos pensado armar en el área cercana a las rutas “King Kong” y “Día de Cactus”, pero finalmente decidimos irnos por la segunda opción y hacerlo en otra pared, que es donde actualmente se encuentra “Cadena Nebular”.
La ruta consta de siete largos, de los cuales nosotros equipamos los primeros seis, ya que el último es compartido con el “Filo Noroccidental” y la ruta discurre entre ésta última y “Gondwana”.
Los primeros cinco largos los equipamos de punta, que es un estilo lleno de aventura y con un constante sentimiento de incertidumbre generado por escalar en una pared virgen, en tanto que el sexto largo, que es la cereza del pastel y sin duda alguna el crux de la ruta, lo equipamos de rapel.
En cuanto a los grados, los primeros dos largos son 5.8, seguidos de un 5.10b que fue la parte más emocionante del armado de punta, debido a las interesantes secuencias de hooks. Después vienen un 5.7 y un 5.8 de travesía a la derecha, a partir del cual recomendamos no descender de rapel debido a lo complicado de las maniobras. Por su parte, el sexto largo va por la parte más vertical y estética de la pared y resultó en un 5.11b de 40 metros.
Después de dedicar tres fines de semana al armado, la ruta estaba lista para su liberación. A principios de diciembre fue el momento de regresar para intentar el primer ascenso, ya sin cargar la ferretería completa en el arnés.
En el pegue todo iba bien hasta el principio del sexto largo, donde Rodrigo y yo echamos un “chin cham pu” para ver quién lo intentaría primero, por suerte, mi tijera venció a su papel, aunque para nuestra mala fortuna, un par de pisaderas rotas impidieron que ese día realizarnos el primer ascenso. Era domingo por la tarde y no tuvimos tiempo de un intento más.
Fue necesario esperar el final del Guadalupe–Reyes, para regresar a Peña de Bernal un mes después y finalmente liberar el último largo que estaba pendiente.
Aunque la idea era equipar un multilargo con un poco más de dificultad, quedamos muy satisfechos con lo que logramos. Nos emociona saber que más gente se va a subir y compartir ese sentido de aventura que Rodrigo y yo sentimos el primer día que llegamos a la base de la pared.
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