No esperes a estar perdido en la montaña, para querer saber cómo orientarte en ella. Sigue estos cinco consejos básicos e importantes.
“Niebla en la Montaña, labrador a tu cabaña.”
Cada año miles de personas se pierden en los bosques y montañas a nivel mundial. Son hermosas, sí, pero las montañas también son espacios en los que si no sabemos cómo caminar, percibir y leer el paisaje, es fácil que nos perdamos.
Para ir a las montañas no basta llevar el equipo, el alimento y la vestimenta adecuada. Es importante también cargar con los instrumentos y conocimientos precisos que nos permitirán salir de algún percance, por ejemplo, de perdernos sin saber qué rumbo tomar.
En cualquier caso, si queremos orientarnos, ¿cómo lo debemos hacer? A continuación te presentamos algunas medidas que te permitirán encontrar tu ubicación o la dirección hacia la que te deberás dirigir.
No obstante, recuerda que es importante, ante todo, tener sentido común, mantener la calma, actuar con prudencia, andar por los caminos o senderos principales, mantenerte hidratado y no caminar sin dirección preestablecida.
Brújula y Altímetro
En ocasiones podríamos pensar que son objetos anticuados, pero no, las brújulas son muy útiles para orientarnos en la montaña; marcan de manera precisa el norte y el sur, así que sirven para volver a encontrar el camino.
Los altímetros barométricos son un instrumento que sirve para conocer la altura sobre el nivel del mar donde nos encontramos. Una vez comprobada nuestra altitud, localizamos esa curva de nivel en el mapa y ¡listo!
Los altímetros digitales de los receptores satelitales (GNSS) nos brindan datos útiles en la montaña, como los desniveles acumulados de ascenso y descenso, tiempo de caminata, cotas máximas y mínimas, velocidad media de ascenso y descenso, etc. Esto nos permite conocer la ruta de manera muy precisa.
Tanto las brújulas como los altímetros requieren de un mapa de la zona para poderse utilizar. De verdad, no está de más llevar este par de objetos en la mochila y, sobre todo, ¡saberlos usar!
Mapa
Es recomendable llevar un mapa de la zona para poder orientarse en la montaña. Si no conoces el terreno, el mapa es imprescindible.
Es importante tener siempre clara nuestra posición en el mapa y marcar los puntos que nos servirán como referencia.
Tip adicional: los mapas del INEGI son baratos, los hay en materiales resistentes, y son muy confiables.
Sol y sombra
El sol nos permite encontrar el norte y el sur. El sol sale por el este y se mete en el oeste. ¡Ojo! Esto sólo ocurre con exactitud en los equinoccios (20-21 marzo y 22-23 septiembre). El resto del año es sólo una referencia aproximada (aunque nunca sucede lo opuesto).
La sombra es otra aliada de los montañistas. ¿Recuerdas el reloj de sol? Algo parecido tendrás que realizar. Entierra verticalmente un palo en el suelo y marca el extremo de la sombra que éste realiza. Espera unos minutos y vuelve a marcar el lugar donde ahora está la sombra. La línea que va entre la primera y la segunda indica los puntos cardinales; de este, la primera marca, a oeste, segunda marca. A su vez, la perpendicular te indicará el norte y el sur.
De noche: las estrellas
Si se te hizo de noche y llegó la oscuridad, mantén la calma. Las estrellas serán tus guías, fundamentalmente la Estrella Polar, que te indicará el norte. Esto en el hemisferio norte del planeta.
La Estrella Polar se encuentra entre dos constelaciones: Casiopea (forma de W) y la Osa Mayor (forma de cazuela).
Observación: musgo y vegetación
En el hemisferio norte las vertientes de las montañas orientadas hacia el norte suelen ser más húmedas, frías, con mayor vegetación.
Por ello mismo, el musgo es casi una brújula natural (aunque no exacta). Podemos ubicarnos al mirar a los árboles, pues el musgo tiende a crecer más abundantemente en el costado orientado al norte.
¡Ojo! El crecimiento del musgo al norte es sólo una referencia, no una regla.
Y un último consejo:
No esperes a estar perdido para intentar aprender orientación. Infórmate, aprende a usar los instrumentos y practica. Es mejor tener el conocimiento y nunca necesitarlo, a que la necesidad de tome por sorpresa.