¿Es negligencia utilizar técnicas de aseguramiento de 1950 cuando se dispone de un Grigri y la vida del escalador está de por medio? Este caso es interesante.
Los accidentes se pueden prevenir, evitar… y también provocar
Por Javier Serratos A.
Apenas hace un par de semanas despertamos con la noticia de un accidente fatal en la Peña de Bernal, que, si bien es cierto ocurrió a jóvenes que nada tenían que ver con ser escaladores, también es verdad que pudo haberle causado heridas graves o incluso la muerte a dos escaladores altamente experimentados que descendían prácticamente a un lado de donde el accidente ocurrió. Su único error fue haber hecho las maniobras correctas en el lugar y momento incorrectos.
Hay muchos tipos de accidentes pero, sin lugar a dudas, los que más duelen son aquellos que podrían haberse evitado, aquellos que resultan del más alto grado de negligencia pura.
Quizá desde siempre, pero sin duda cada vez con más frecuencia, es común observar gente utilizando el equipo y las técnicas de manera incorrecta, subestimando el valor de la vida propia y mayormente de la vida ajena. Son personas que van en contra de las normas básicas de seguridad, en contra de lo que dicen los fabricantes sobre cómo utilizar sus productos y hasta en contra del sentido común. Básicamente no hay fin de semana que transcurra sin pensar que algo está mal y que en cualquier momento algo podría suceder a cualquiera de nosotros, incluso a quienes al leer esto piensen que “a mí no me va a pasar”.
La seguridad de las zonas de escalada no sólo se refiere a si hay o no asaltos, si hay o no cristalazos a los autos, si están bien equipadas o no las rutas, o si hay o no flora y fauna peligrosa, también se refiere a si quienes las frecuentamos somos capaces o no de actuar de forma responsable y segura, para con nosotros mismos y para con los demás, con todo lo que eso implica.
El sábado pasado nos llamó la atención que apenas llegando a Las Peñas de Dexcani (Jilotepec), nos alertaron de un accidente que acababa de suceder a un escalador. Subimos algo nerviosos al no saber qué íbamos a encontrar. Por fortuna, al llegar a las Peñas notamos sólo una tensa calma, lo cual hacía suponer que el accidente no era tan grave como lo imaginamos. Y efectivamente, en la ambulancia solamente estaban atendiendo un tobillo con algún grado de esguince y algunas contusiones.
Amigos que habían llegado antes y que vieron el accidente nos contaron preocupados que básicamente “no traían Grigri y dejaron caer a una persona de cuatro metros hasta el piso”. Hasta ahí podría parecerse a muchos accidentes similares que con cualquier sistema, manual con bloqueo asistido, podría suceder. Quizá un error humano, quizá falta de experiencia o incluso quizá una imprudencia, pero no, esto iba más allá de todo lo imaginable hoy en día. Se llama, por decir poco y de buena manera, negligencia pura.
Al retirarse la ambulancia, entre dos personas subieron nuevamente a la base de la pared a la persona accidentada. Lo hicieron completamente en hombros porque, al parecer, le era imposible caminar (nótese que para subir al sector “Sal de Mí”, un niño descalzo lo haría en 20 segundos, sin embargo, ésta persona tuvo que subir asistida por dos más).
Observado su equipo, era fácil imaginar su nivel de experiencia. Esta regla no siempre aplica, pero hay ocasiones en que con buen ojo muchas cosas se pueden deducir. Equipo viejo -realmente viejo-, arrumbado en la tierra, transportado en costales (sí, costales), la mayoría sin ningún tipo de certificación, mosquetones mal instalados en el arnés, la cuerda mal montada en la reunión, en fin, todo parecía estar fuera de lugar, pero lo peor estaba por venir.
Después de llegar con muchos trabajos a la pared, una persona se comenzó a alistar para escalar nuevamente. La persona accidentada prendió un cigarro, quizá para los nervios, se pasó la cuerda alrededor del cuerpo (básicamente como se hacía el siglo pasado, como lo harías en una situación de emergencia o como medio de fortuna) y comenzó a asegurar, eso sí, con otra persona que fungía como anclaje, algunos metros atrás y por detrás de un árbol.
Traían equipo: arneses, cascos, mosquetones, sistemas de seguro e, incluso, traían un Grigri, pero la persona decidió solo rodear su cuerpo con la cuerda, sin arnés, sin casco, sin guantes, con un cigarro en la mano y con el tobillo luxado. Claro, esto fue después de que los paramédicos le habían sugerido hacerse una revisión más profunda para asegurarse de que no hubiera golpes internos.
Cuando la persona iba a media ruta, decidí acercarme para hablar con el asegurador antes de que ocurriera un segundo accidente, en menos de una hora, en la misma zona, en la misma ruta y con los mismos participantes. Básicamente les comenté que era un acto sumamente irresponsable lo que estaban haciendo, tanto para ellos, como para todos los escaladores que estábamos ahí. He de haber hablado alrededor de cinco minutos, intentando hacer entender a la persona que hace una hora había tenido un accidente, que podía haber sido fatal, que tenía un tobillo luxado y ni siquiera podía estar cómodamente de pie, que no tenía equipo puesto, que sólo rodeaba su cuerpo con una cuerda vieja y, al mismo tiempo, una de sus manos estaba completamente ocupada sosteniendo un cigarro.
Quizá fue más por la presión de todas las miradas que por mis palabras, pero finalmente decidieron tirar su cuerda, guardar su equipo y bajar del sector al estacionamiento, donde estuvieron un par de horas antes de irse.
En casi 30 años escalando he visto infinidad de errores, acumulados cada fin de semana y sin importar la zona de escalada que visite. Errores en la roca, como en los muros, errores cometidos por novatos igual que por expertos, errores menores y errores graves, que pudieran haber acabado en una tragedia. De hecho, por ese tipo de errores hay amigos que lamentablemente hoy ya no están con nosotros.
…sólo rodeaba su cuerpo con una cuerda vieja y, al mismo tiempo, una de sus manos estaba completamente ocupada sosteniendo un cigarro.
Sin embargo, lo anterior parece no ser suficiente para que entendamos que seguridad no es contrario a diversión, que entendamos cosas tan básicas como que no debemos beber cerveza mientras aseguramos, que nuestra música quizá interfiere en la comunicación de otra cordada y, sobre todo, que la vida de alguien está en nuestras manos. Hay que entender, de una vez por todas, que en la escalada es necesario seguir capacitándose para siempre estar seguro.
Todos podemos cometer errores que pueden ocurrir en instantes y nadie está exento. De nosotros depende cuidarnos, ayudarnos y apoyarnos para que nuestra escalada sea más segura y, por lo tanto, más divertida. Ojalá que nunca pasaran accidentes, pero, cuando ocurran, que sean del tipo que no podrían haberse evitado.
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