A pesar de la prohibición de ascenso al volcán Popocatépetl, vigente desde 1994, grupos de personas realizan ascensos clandestinos que ponen en riesgo su integridad y la de cuerpos de rescate ante un eventual incidente.
En días recientes se compartió en redes sociales un nuevo video que muestra a un grupo dentro del cráter del Popocatépetl, la segunda cumbre más alta de México y volcán activo con una prohibición de acceso a 12 kilómetros a la redonda.
En el video se puede observar que el grupo se encuentra en ascenso para alcanzar el labio del cráter desde su interior. Las personas portan arnés pero no están encordados, algunos traen un ocho colgando, otros portan casco de ciclismo, mientras que algunos incluso llevan crampones que incrustan en la arena y ceniza. La publicación surge con horas de diferencia del reporte oficial sobre una nueva explosión del volcán, la cual levantó una columna de ceniza de dos kilómetros de altura.

No es la primera vez que un grupo decide realizar el ascenso. Ya en 1996 cinco personas perdieron la vida al encontrarse en las inmediaciones del cráter durante una explosión. «Eran piedras del tamaño de automóviles, era un infierno», cuentan los integrantes del cuerpo de rescate que tuvo que subir, a pesar del riesgo, a buscar los cuerpos.
Aún así, han surgido publicaciones que enaltecen «el valor» de ascender el volcán. En redes sociales hay quien asegura reconocer el riesgo y aceptarlo, también los hay que organizan grupos y citan que «los grandes logros de la ciencia y el deporte siempre han tenido riesgos».
Desafortunadamente no hay valor en ello. Aquí cinco puntos al respecto:
1. La ruta no es técnica, no es innovadora ni demandante en términos de alpinismo.
Incluso ante los cambios que ha tenido la montaña a partir del cambio climático y de la actividad volcánica, la ruta más frecuentada y, muy probablemente, la utilizada por los grupos de los videos, es la de las cruces.
«Es la ruta más usada por los montañistas, sobre todo por aquellos que son principiantes porque no implica dificultades técnicas si el ascenso se hace fuera de la temporada de lluvias,» publicó Carlos Rangel en el año 2000 en su nota sobre Las Rutas Clásicas del Popocatépetl en el portal Montañismo y Exploración, a la vez que indicaba «ninguna de las rutas se recomienda», dada la actividad del volcán.
2. El riesgo no solo es para los que ascienden, sino para los cuerpos de rescate que eventualmente tendrían que buscar a los accidentados.
Se podría pensar que el riesgo de subir el Popocatépetl es personal, pero no es así. Lo primero que ocurre cuando alguien no regresa es considerarlo perdido, no muerto, y la respuesta es de búsqueda, no de abandono.
Cuando alguien se pierde, además, existe presión social y mediática, así como la incertidumbre de no saber qué ocurrió. Por tanto, el riesgo en la montaña nunca es completamente personal.
«Creen que no pasa nada porque es solo su vida y saben el riesgo, pero no ven que si no regresan vamos a tener que ir a buscarlos. ¿Cómo vamos a saber si están perdidos o muertos? Como rescatistas nos toca ir, pero tampoco se vale exponer una vida por intentar salvar la de un irresponsable.»
3. Los ascensos clandestinos normalizan que no se respete las disposiciones oficiales ni la recomendación de expertos y autoridades.
Si alguien logra hacer cumbre en el Popocatépetl, sube su video a redes, y además lo presume como un acto de valentía, aumenta la posibilidad de que alguien más piense de la misma manera y decida replicar el acto, multiplicando el riesgo de un incidente.
La Declaración de Tirol de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo es clara: las acciones de un montañista no deben poner en riesgo a otra persona, a la vez que siempre se debe respetar las disposiciones de las autoridades.
4. No es necesario.
Morir por subir el Popocatépetl en actividad sería como morir por querer ir a más de 200km por hora en una avenida: es un acto de irresponsabilidad y estupidez.
Simplemente no hace falta subir. Existen numerosas imágenes y videos del volcán y, en definitiva, un video de un muchacho con cubrebocas de farmacia y casco de ciclismo urbano en riesgo de muerte no tiene aporte a la sociedad, a la ciencia ni al deporte.
5. Es prueba de falta de civismo y cultura de montaña. Es un acto que resta a la comunidad.
Lejos de contribuir al «valor y avance de grandes logros que justifican el riesgo», subir el Popocatépetl en actividad demerita a una comunidad de deportes al aire libre que lucha por crecer, ganar relevancia, sumar esfuerzos, apoyos y desarrollo. Un ascenso en estas condiciones aporta exactamente lo contrario a lo que sus promotores, a partir de lo que publican en redes sociales, creen que están generando.