Rutas de Tributo, primera parte
Por: Perseo González
El día había llegado y estábamos muy emocionados y felices de finalmente partir, el crew que consistía de Fernanda, Chio, Andres Basich, Luiyi y yo estábamos listos para manejar y manejar.
Salimos de Guadalajara el 10 de julio en la mañana, ese día nuestro objetivo fue avanzar lo mas posible, dormir y al día siguiente continuar. Después de pasar unos calores de muerte en Sinaloa y Sonora finalmente llegamos a la frontera de Nogales. Cruzar la frontera fue muy fácil, pensamos que quizás iban a preguntar mas por ver la camioneta llena de cosas, pero fluyó muy bien.
Ese día avanzamos hasta un pueblo llamado Sedona en Arizona. Es un lugar muy famoso en parte por la escalada en sus torres pero también por que es un pueblo lleno de gente que esta muy metida en todo el rollo new age. Es una zona enclavada en un cañón increíble, torres de arenisca roja y ríos alrededor.
La mañana que despertamos en Sedona sentí que ya estábamos “on the road”. Esa sensación de que caiga la noche y poner tu casa de campaña es increíble. Fuimos a comprar algo de desayunar lo que finalmente sería nuestro primer desayuno con estufa a lado de la carretera. Nos relajamos mucho, bajamos a un río y dimos un chapuzón en unas pozas. Todos estábamos ya muy ansiosos de llegar a nuestra primera parada oficial en Maple Canyon. Manejamos todo ese día hasta llegar a la zona, alrededor de las 10 pm, montamos casitas y a dormir para poder escalar al día siguiente.
La escalada en Maple Canyon es muy física y dinámica, desplomes enormes de conglomerado invaden ese bosque. La mayoría son paredes a lado de la carretera y si caminas un poco encuentras cuevas donde esta lo mas duro. Nos ayudó mucho parar en Maple ya que pudimos partir el viaje en 2 partes, pudimos escalar y descansar de tanto auto.
Después de pasar 2 muy buenos días en los desplomes de conglomerado en Maple Canyon, UT, salimos hacia Seattle para visitar y entrevistar a la leyenda Fred Beckey. La espera ya había sido mucha y estábamos ansiosos por poder conocerlo, yo personalmente tenia un poco de miedo por su salud ya que acababa de salir de una operación y cabe recalcar que es un señor de 93 años lo cual hace mas peligrosa una operación.
Después de manejar y manejar a través de Idaho y carreteras muy calientes llegamos a un pueblo llamado Yakima donde decidimos dormir después de haber manejado 11 horas. La idea era al día siguiente ver al crew de video en Seattle para organizarnos en la entrevista a Fred. Comenzamos a manejar al amanecer pero fue ahí cuando hubo un cambio, Benjamin y los chicos de video habían cometido un error de logística y sería imposible vernos para la entrevista con Fred, así que decidimos pasarlo al día siguiente. Se presentó la casualidad de que, mientras todo esto sucedía, íbamos pasando una zona de escalada llamada Leavenworth. Este lugar al sur de Seattle tiene de todo: tradicional, deportivo, boulder y alpino. Nosotros decidimos tomar el día tranquilo e irnos a hacer boulder, ¡la roca es buenísima! Un granito muy compacto y, a diferencia de otros granitos, éste si tiene agarres y hoyos, ¡muy chido!
Al día siguiente finalmente llegamos a Seattle alrededor de las 11 AM. Nos reunimos con el crew de video (Benjamín, Cristobal, Popa y el Pelos), planeamos un poco la logística de la entrevista y fuimos a visitar a Fred.
Lo encontramos sentado en una silla de ruedas en el fondo de un centro médico. Desde la primera impresión uno se puede dar cuenta de que el no pertenece ahí. La mayoría de sus compañeros momentáneos tendrán algunos años menos que él, seguramente la mayoría no tiene muchos planes, tal vez esperen con ansias la visita familiar del domingo, sin embargo, Fred a sus 93 años, sigue planeando viajes de escalada por el mundo.
Estoy seguro de que la experiencia de conocer a Fred nos dejó mucho a cada uno de nosotros. Personalmente me impactó mucho que es un señor muy vivo, sigue planeando y tiene ideas de escalar y escalar. Nos platicó de la ruta, nos contó un poco de su vida y nos confesó sus planes a futuro (que incluyen a México). Creo que todos nos fuimos muy motivados de haber conocido a un gran escalador. Como dijo mi amigo Luiyi, “Fred no fue un escalador, es un escalador”.
Salimos ese mismo día a Squamish y llegamos a el estacionamiento del Chief justo cuando se iba el sol. Siempre es un honor poder volver a un lugar con el que me siento muy conectado, siempre es imponente y se siente como casa.
Los siguientes días nos dedicamos a nada más que escalar. Pude encadenar una ruta que tenía muchas ganas de hacer, la “Flight of the Challenger” (12c trad). El equipo de video estaba feliz de poder estar escalando en una meca del deporte como lo es Squamish. Le había platicado mucho a Luiyi sobre Exasperator, una de las mejores grietas en Squamish que es simplemente perfecta. Luiyi se subió a la ruta y bajo impresionado con la calidad de la vía, ¡es un clásico de la zona!
La idea era estar en Squamish 4 o 5 días, todo dependía de como se comportara el clima en los Bugaboos. Todas las noches revisábamos el reporte del clima, pero no había mucha claridad al respecto. Habíamos escuchado que las condiciones de la ruta de acercamiento no estaban en sus mejores épocas este año y poco a poco nos empezaron a invadir las preocupaciones. ¿Qué tal que el clima no abría?, ¿qué tal que el acceso era complicado?, ¿qué pasaría sí…?
Decidimos posponer la salida por cuatro días para encontrar una mejor ventana de clima. Por fin decidimos salir de Squamish el sábado 25 de julio temprano, la idea era llegar al estacionamiento de Bugaboos, dormir y al día siguiente hacer el acercamiento al Kain Hut. Decidimos que lo mejor era estar ahí a la espera de la ventana de buen clima y cuando se pusiera bien poder atacar hacia la pared.
Manejamos 10 horas desde Squamish hacia Golden y, a la vez, hacia Bugaboos. Después de una última hora en terracería, llegamos alrededor de la una de la mañana al estacionamiento del parque. Siendo verano siempre se tiene el gusanito de que puede llegar un Oso en la noche, pero no teníamos mucha opción sobre dónde dormir, así que pusimos tiendas y, justo cuando estábamos terminando, escuchamos el ruido de un carro acercarse, algo muy raro por la hora, y nos acercamos a saludar.
Se trataba de una mujer y un hombre de alrededor de 30 años que bajaban de un vehículo rojo. En sus caras se podía ver una expresión especial, algo había sucedido. Sus rostros agrietados por el frío y el sol resaltaban unos ojos con miradas reflexivas. Después de una corta introducción nos contaron que acababan de ser rescatados en helicóptero de la cumbre de la South Houser Tower. Después de un largó día de escalada habían sido la última cortada en llegar arriba. De un segundo a otro el cielo se cerró y quedaron atrapados dentro de una tormenta. Intentaron buscar el rapel de descenso, pero les fue imposible encontrarlo. Las cosas no pintaban bien, no tenían mucha agua, comida ni equipo para protegerse del clima y estaban por enfrentar varias horas bastante duras.
Supieron que la situación podría empeorar y recurrieron a su radio satelital para pedir un rescate. La tormenta era tan densa que el helicóptero tardó más de 20 horas en poderlos recoger.
Compartimos el gusto de que estuvieran bien y les deseamos que tuvieran una buena y larga noche de recuperación. Sin embargo, antes de regresar a mi casa de campaña, me dirigí a ellos con una última pregunta:
– ¿Por que via subieron?
-Por la Beckey – Chouinard.
Nos dormimos pensando que hacia allá íbamos nosotros.
Comentarios no permitidos.