Ricardo Ramos, Diego Casas y Pablo León repitieron Amapola Express, una ruta de 860m y 18 largos en El Gigante, Chihuahua.
Ricardo Ramos, Diego Casas y Pablo León, tres escaladores mexicanos, repitieron Amapola Express, una ruta ya clásica en El Gigante, Chihuahua. Con un total de 18 largos y 860m, el ascenso se realizó durante siete días. Pablo, videógrafo y escalador, nos comparte la historia del ascenso.
Fotos: cortesía Pablo León, Diego Casas y Ricardo Ramos.
Por Pablo León:
1 de noviembre
El despertador sonó a las 3:00 am, interrumpiendo mis profundas, pero no suficientes 4 horas de sueño. Todo estaba listo, el plan era vernos a las 4:00 am para salir rumbo al norte. Viajaríamos por carretera los 1,400 kilómetros que separan Guadalajara de Cajuríchi, Chihuahua. La motivación y las ganas de una gran aventura estaban a tope, llevábamos más de 5 meses planeando este proyecto y por fin había llegado el día de partir.
2 de noviembre
Al llegar al pueblo, nuestra primera misión era encontrar a Valentín, quien nos ayudaría a llegar al Gigante. Pararnos en la primera tienda que vimos, comprar tres cervezas y hablar con las personas que estaban ahí, nos fue suficiente para conocer al sobrino de Valentín, quien nos llevaría hasta donde él estaba. Valentín, Margarita, Tavo y Fernanda nos recibieron en su casa de una manera única, nos dieron un cuarto, comida y un espacio para preparar todo el equipo.
“Agradecimiento especial a la familia Grijalva, sin ellos nada de esto sería posible, su hospitalidad es clave para una expedición en el Gigante. Su conocimiento de los senderos y accesos es parte muy importante para que expediciones logren sus objetivos y de que estas riquezas asombrosas de nuestro planeta puedan ser apreciadas.” – Ricardo Ramos
3 de noviembre
El acercamiento fue una locura, íbamos los locales Tavo y Cristóbal una mula que nos acompañó medio camino y nosotros tres. El camino comenzó fácil, pero poco a poco, conforme nos íbamos adentrando a la inmensa barranca de Candameña, la vereda se fue volviendo más técnica, empinada y cerrada. Nuestra mejor arma de ese día fue el machete, con el que fuimos luchando para poder avanzar. Esa jornada caminamos solo 13 kilómetros en 6 horas, y al final, después de parar y juntar toda el agua necesaria, llegamos a la base de la pared con aproximadamente 70 kilos de equipaje; la aventura oficialmente había comenzado.
4 de noviembre
Despertamos en los pies de un Gigante, este sería nuestro día de descanso y reconocimiento de la ruta así que, después del inapelable café mañanero, sacamos los “mira-lejos” y el “topo” para comenzar a descifrar la ruta. La siguiente actividad fue sumergirnos en el helado río de Candameña y disfrutar de este impresionante y único lugar. Y ahí estábamos, tres amigos muy lejos de casa, contemplando la inmensidad de las gigantescas e imponentes paredes verticales que nos rodeaban. Ese día decidimos que solo habría un camino para volver a casa, y se llamaba “Amapola Express”.
“Es un lugar muy mágico para estar, ya que no mucha gente está o ha estado ahí. Agua de río que puedes tomar o dar un baño bien frío. Excelente para el cuerpo entumido por el acercamiento a la pared y mucha, mucha roca para escalar.” – Diego Casas
5 de noviembre: día 1 de escalada
Nuestro plan era escalar 850 metros verticales, divididos en 18 largos en 4 días. Despertamos antes que el sol apareciera, desayunamos, recogimos el campamento y caminamos cuesta arriba hasta la base de la pared. Aquí, reorganizamos todo el equipo, nos armamos de valor y nos adentramos al mundo vertical.
Richi punteó los primeros 3 largos; nunca olvidaré que junto con todo el rack de tradicional que colgaba en su arnés, también colgaba un machete, indispensable para avanzar en aquellos jardines verticales. En la tercera reunión nos cayó la noche y con ella, una chorrera que nos estaba mojando. Fue ahí cuando Diego se decidió a escalar de noche y sacarnos de ahí.
6 de noviembre: día 2 en la pared
El segundo día solo escalamos 2 largos, esto nos dejaría 4 largos por debajo de lo planeado. Íbamos muy lentos pero, ¿por qué? La ruta no era fácil, con largos de 60 metros, rocas suelta, tierra y plantas en las grietas, buenas hebras, fricción en las cuerdas y aproximadamente 70 kilos de equipo fueron suficientes factores para que nuestro progreso fuese muy lento. Lo bueno es que teníamos todo menos prisa.
7 de noviembre: día 3 en la pared
Despertamos en el portalage y nos desayunamos un 5.13a. Diego punteó el crux de la ruta y nos llevó del otro lado del punto de no retorno, aunque nunca consideramos abortar la misión. Recuerdo que aquí mencionamos que era más fácil salir de ahí por arriba, escalando, que por abajo.
“La calidad de la roca nos perjudicó la eficiencia del ascenso. Definitivamente, el sentir que se venía cada agarre que tomabas nos cambió el juego, no daba confianza escalar, era duro, era técnico, la escalada con grado medio – alto, pocos largos fáciles, un mix de todo. Fue un ascenso complicado pero muy gratificante, íbamos muy lento, pero eso sí, seguros, bastante seguros. Fue muy chido ver en mis amigos cómo les importaba la seguridad, sobre todo en un medio tan expuesto, da confianza tenerlos como cordada.” – Diego Casas
Este día nos dimos cuenta que no saldríamos de ahí en el tiempo planeado. Recuerdo que salieron algunas carcajadas, hicimos un recuento de la comida y el agua que teníamos y decidimos darle como nos enseñaron: ¡puro pa´rriba!
8 de noviembre: día 4 en la pared
El cuarto día cruzamos la mitad de la pared y comenzamos a sentir la inmensa y brutal exposición del lugar. Estar en una situación y lugar donde tienes que confiarle la vida al cien por ciento a tus amigos y al equipo que estas utilizando es algo único, es una locura, es vivir una verdadera aventura al límite de lo real.
La cordada fluyó bien, nos entendíamos y trabajábamos bien. Como buenos principiantes, tuvimos la suerte de equivocarnos con el cálculo del agua y comida, así que teníamos suficientes víveres para seguir escalando.
9 de noviembre: día 5 en la pared
El quinto día no lo recuerdo muy bien, pero puedo apostar a que hicimos lo mismo que los días anteriores: despertar colgados, sentir vértigo, tomar café, desayunar grillos, empacar todo, escalar, jumarear, jaulear, escalar, jumarear, jaulear, escalar, jumarear, jaulear, armar el portal ledge y dormir.
Amapola express es como jugar “Jenga” pero con bloques, roca suelta, plantas y arbustos… Estábamos advertidos de los bloques y roca suelta pero es difícil llegar a imaginar el nivel de cirugía y alta concentración que exige esta vía, caen rocas de principio a fin, la roca excepcional prometida es muy poca, y el poco transito ha provocado que algunos bolts sean engullidos por la vegetación, musgo y humedad, hay muchas vías que puedo recomendar, pero Amapola express no es una de ellas, tal vez con algo de limpieza y algunas reuniones extra, o solo tal vez mi concepto de aventura y apertura es diferente.” – Ricardo Ramos
10 de noviembre: día 6 en la pared
Para el sexto día ya todos queríamos salir de ahí, la cuenta de los largos faltantes era regresiva, todos estábamos verdaderamente cansados.
“El Gigante es un gran maestro, te hace ver tus limites cara a cara y te exige re organizar tus conceptos, valorar cada respiro, cada bocado de alimento, así es la gran pared, esa que te exige moverte con cautela y concentración máxima, guardar siempre la calma, desarrollar la paciencia al máximo, tratar de moverte rápido, pero entender que no todo puede ser como uno lo espera. Escalar el gigante por segunda vez fue un reto que esperaba desde hace tiempo, no buscaba revancha, buscaba redención, quería reconciliarme con la exposición y ese sentimiento de vulnerabilidad al que te lleva una aventura de este tipo… ahora puedo decir que le conozco mejor, me conozco mejor…” – Ricardo Ramos
11 de noviembre: día 7 en la pared
Esa noche llovió y nos empapamos. Cuando por fin amaneció, nos alistamos más rápido que ningún otro día para empezar a escalar. Un puño de granola y gel energético fue lo único que comimos ese día antes de llegar a la cumbre.
“Fueron días intensos de adrenalina al máximo, de poner la mente y el cuerpo al límite. Es asombroso lo que el cuerpo puede hacer si la mente y el corazón se lo proponen.” Ricardo Ramos
“La pared es muy grande, difícil de dimensionar desde cualquier perspectiva o lugar. La única percepción nítida es solo a unos cuantos metros a la redonda. En nuestro ascenso hubo escalada en artificial y escalada en libre. La ruta no se liberó, se le hizo un segundo ascenso. Amapola Express, es una verdadera aventura, si eso es lo que buscas, súbete, pero mucho, mucho cuidado. Una experiencia que me dejó con sed de más aventura y escalada.” – Diego Casas
Yo nunca había dormido en un portal ledge, nunca había pasado más de 15 horas colgado en mi arnés, ni había escalado una gran pared. Subir el Gigante, sin duda, ha sido la aventura más extraordinaria que he vivido. Fueron 6 noches y 7 días donde todo nuestro conocimiento y capacidad de escalada técnica, física y mental se pusieron a prueba. Estoy muy agradecido por tener la oportunidad de vivir estas aventuras y deseo que nunca pare esta motivación y locura que hoy corre por mis venas.
El 11 de noviembre del 2019 a las 6:50 pm Ricardo Ramos, Diego Casas y Pablo León completaron la primera repetición a Amapola Express. Un sueño que se convirtió en proyecto y un proyecto que se convirtió en logro.
Infinitas gracias a todas nuestras familias, amigos, marcas y tiendas que nos apoyaron. Pronto tendremos un cortometraje documental para compartirles más a detalle esta experiencia.
2 comentarios
Wow, increíble escuchar este relato.
¡CAÑÓN! A la quinta potencia!!??