La experiencia de Arturo Anaya y Victor Guevara sobre correr, de cabo a rabo, los quince picos del Cerro de las Mitras, en Monterrey.
El cerro de las Mitras se encuentra al poniente de la Ciudad de Monterrey, y está conformado por siete picos principales; de Poniente a Oriente el orden es Cuauhtémoc, Piñón, Pirámide, Perico, Piloto, Lobos y Alfa.
Entre los locales decir «hacer el Cerro de las Mitras de cabo a rabo» significa recorrer de extremo poniente a extremo oriente, tocando los 15 picos (las siete brujas y ocho picos más) que conforman el Cerro, iniciando en las Pedreras de García en el oeste hasta llegar al pico sin Nombre.
En total se realizan 15 cumbres, 28km, con un desnivel en contra de 3,500m. A la fecha, se tiene registro que cuatro grupos han logrado esta hazaña. El Club Trepacerros (en el 2005 y conformado por siete corredores) en 47hrs; el segundo, conformado por Juan Enrique Zúñiga, Rogelio Stille y Juanita Villarreal en 24hrs; el tercero, integrado por Chuy «Rambo» Castillo, Edith Garza, Mauricio Garza y Carlos Campo, lo hicieron en 29hrs hasta la cumbre 14.
Finalmente Arturo Anaya y Victor Guevara, quienes se sumaron al reto el último fin de semana de febrero lo terminaron, de cabo a rabo, en 20h37m.
Por: Arturo Anaya y Victor Guevara
Reflexiones de cabo a rabo
Nos conocimos en la despedida del coach Hristo. Víctor propuso hacer el tan famoso recorrido de “Cabo a rabo” en el Cerro de las Mitras. Quedó, en su momento, como un deseo en el aire, hasta el día de la posada Kamargs. Decidimos ir a la aventura con el apoyo de Chuy Castillo que conoce el recorrido como casi nadie.
Víctor hizo un 90% del recorrido previamente para familiarizarse con todas las referencias y así recorrerlo por nuestra propia cuenta sin el apoyo de un guía.
La noche del viernes estuvimos estresados. Tormentas eléctricas y lluvias nos hacían dudar si iniciaría de acuerdo a lo platicado o si existía la posibilidad de posponer para el domingo. Afortunadamente el mal tiempo fue pasajero, lo que permitió que no estuviera tan mojado el trayecto.
Finalmente iniciamos el día planeado contentos y concentrados, a las 5:25am. Recorrimos parte del lomo en más tiempo de lo pronosticado, con una hora de retraso. Al llegar allí el amanecer nos recibió y una cama de nubes nos motivó para iniciar fuerte en las brujas.
Hicimos 7:50hrs al Cuauhtémoc. Las últimas tres ó cuatro brujas fueron una odisea. Espinas y más espinas, vegetación alta y densa. Trepar y destrepar. Nos confundimos pensando que llegaríamos al Cuauhtémoc, lo que moralmente nos dio para abajo.
La humedad del inicio junto con el sol del lomo afectó nuestra administración de agua, por lo que se nos agotaron nuestras reservas para cuando llegamos al Cuauhtémoc. Faltaban Piñón, Perico y Pirámide antes de cargar en la cueva del agua.
Hasta allí nos acompañó Rodrigo Petricor, quien muy fatigado nos comunicó que ya no seguiría. A Arturo le preocupada la escalada del Piñón, pues no se había puesto un arnés desde los 14 años. No obstante, lo ascendimos sin ningún contratiempo.
Apretamos el paso al subir Perico. Al llegar a la cueva Irene Yado, Sheryl Rizzo, José Rodríguez y Carlos Vértiz nos esperaban con comida y agua, un super abasto al puro estilo Kamargs. Minutos después llegaron José, Javier y Jair que bajaban del Piloto para tomarnos fotos y videos con el drone.
Los ánimos que nos dieron nuestros amigos fueron el empuje que necesitábamos para seguir con la última y más difícil parte del recorrido, faltaban las cumbres mas expuestas Piloto, Lobos, Alfa y la última loma.
Pasaba de las seis de la tarde cuando recorrimos el paso de las Bicicletas, ahora traíamos líquido y comida. Arrancaba la parte final del recorrido, una de las zonas más expuestas. Al llegar a la V del Perico-Piloto fue necesario encender las lámparas, el piloto lo escalamos sin luz de día. Quien lo conoce sabe que es un pico muy difícil de ascender, y de noche aun más. Tuvimos que confiar en nosotros mismos.
Cuando descendimos Piloto hacia Lobos, empezó a caer un chipi chipi que nos hizo dudar. Pensamos incluso en abandonar el reto pero estudiamos el cielo y las nubes no presentaban “tanta” amenaza, así que decidimos ponernos nuestros impermeables y recorrer los “pasamanos” de Lobos lo mas atentos y cuidadosos posibles. Dijimos «vamos a seguir, lento, pero terminemos esto». Fue una buena decisión.
La llovizna cesó. Seguimos hacia el pico Alfa, la última cumbre principal del Mitras. Al llegar a esa cima, sentimos una profunda confianza. Creímos que lo más duro ya había quedado atrás, pobres ingenuos.
Del Alfa a la cumbre sin nombre volvió el mar de espinas y con cansancio ya todo era más difícil, sólo estábamos nosotros dos en esa última parte del trayecto tan insignificante (en comparación con todo lo que habíamos logrado recorrer) pero parecía que no tenía fin, hasta que llegamos a un bello puerto con un terreno muy noble y una vegetación diferente.
Hubo varias caídas pero nada de cuidado. Las piernas estaban agotadas y los reflejos ya no eran los mismos. El 80% de la vereda estaba exageradamente húmeda, digamos que mojada.
No obstante, al final de la vereda nos encontramos con la pared de concreto. Ya sólo faltaría bordear la pared de la colonia para llegar a la meta de nuestra aventura. Pronto vimos unas luces, eran Sheryl, Rodrigo e Irene. Habíamos terminado en 20h37m con mucho cansancio, pero una felicidad inmensa.
«Quisiera explicar el sentimiento que experimenté al abrazar a Victor cuando pusimos punto final a nuestra aventura, pero no creo que las palabras puedan alcanzar la magnitud de dicha emoción.» – Arturo Anaya
«¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué un ultra? ¿Por qué ir al cerro? Sigo sin tener una respuesta profunda, solo puedo decir porque me gusta y porque puedo.» – Victor Guevara
Arturo Anaya
Arturo Anaya tiene 28 años de edad, es coach de gimnasia. Comenzó a correr en la montaña desde el 2016, y en ruta desde el 2011. Lleva un año y medio compitiendo en ultradistancia y ha logrado subir a pódium once veces. Su última carrera fueron los 50k Oso Negro donde logró un segundo lugar.
«El trail running se ha vuelto una necesidad para mi, todo gira en torno a la montaña. Si me siento triste voy al cerró, si me siento feliz voy al cerro. No hay ninguna excusa que evite el entrenar en montaña. Es mi estilo de vida. Vivo a tres minutos del Cerro de la Silla y lo primero que hago al salir de casa es voltear a ver el cerro.» – Arturo Anaya
Victor Guevara
Victor Guevara tiene 42 años. Es originario de San Luis Potosí, amante de la naturaleza. Fue corredor universitario en los 90’s, su prueba favorita fueron los 3000m con obstáculos. Fue excursionista y escalador de 1997 a 2001. Después de un periodo largo de inactividad (2001- 2011) regresó a correr en el 2011 y en el 2014 incursionó en el trail participando en el Ultra Maratón Ideario Pentatlonico 70k, Ultra Cañón de Mariposas, el CUT (récord actual en 50k), y recientemente ganó la Copa Noreste Vertimania 2017. Fue subcampeón de la Trilogía de Montaña Monterrey, en la modalidad con transportación en 2016 con un tiempo de 5h11m.
«Soy un apasionado de la montaña, creo que ya no puedo estar lejos de ella. Para mi, correr es una forma de mostrarme de lo que soy capaz, de que puedo hacer las cosas, de que la pasión y la entrega te pueden llevar lejos.» – Victor Guevara