Libertad, escalada y… algo más
Por: Fernanda González
“No quiero morirme, pero acepto poner todo de mi parte para que pueda darse la más hermosa expresión de mi vida”. Dean Potter
No estoy segura si esta sería la traducción más exacta de la frase célebre de uno de los mejores escaladores de solo integral de todos los tiempos, pero decidí tomarla. Para Dean Potter, ser libre era hacer su arte, y su arte estaba en los deportes de alto riesgo. Eso, desde mi punto de vista, es muy admirable.
Me pregunto si todos podemos hacer nuestro arte a diferentes niveles, si nuestro salto base puede ser algo que no necesariamente nos confronte tan de cerca con la muerte pero que sí nos acerque a tener una vida más sublime. Así, mi intención con este artículo es explicar por qué hago lo que hago. Quizás mientras escribo logre entenderme mejor a mi misma y, si tengo suerte, consiga aportar algo a los curiosos que quieran leerme.
Busco mi libertad en ser y hacer lo mejor que puedo, mi inspiración está en la escalada, pero también en mi profesión. Me dedico a trabajar para los niños, y lo digo de esta manera porque creo que al ser psicóloga infantil, tanto en la escuela como en el consultorio, mi trabajo se trata de darles voz y de traducir al lenguaje adulto lo que ellos saben y dicen con su juego. Los niños, en realidad, son fascinantes; pienso que saben más de la vida que sus propios padres. El problema que encuentro a veces, es que poca gente se detiene a escucharlos.
Cuando algún papá me pregunta por casualidad por qué tengo los brazos tan marcados sonrío y digo con orgullo que además de trabajar en la escuela, me dedico a la escalada en roca.
Es así que paso la mitad de mi tiempo observando de cerca a muchos niños, evaluando las razones detrás de sus síntomas, escuchándolos, jugando con ellos, dándoles algunos consejos que creo que pueden servirles y, después, transmitiendo algo a sus papás que crea que puede ayudar a mejorar la relación con sus hijos. Cuando estoy ahí me involucro mucho, me olvido por un rato de mi deporte y de mi otra pasión -excepto cuando algún papá me pregunta por casualidad por qué tengo los brazos tan marcados y entonces sonrío y digo con orgullo que además de trabajar en la escuela, me dedico a la escalada en roca-.
Llevar un estilo de vida así requiere, a veces, hacer maravillas para que el día alcance, pues entre el trabajo en la escuela, los pacientes del consultorio, la preparación de mi tesis y los ratos con mis personas importantes, logro entrenar a tope tres veces por semana. Todo es igual de importante, pues yo soy todo eso y no sólo una parte.
Me considero afortunada, pues cuando es verano me desconecto por completo del trabajo y juego a ser escaladora de lleno. Echo un vistazo al estilo de vida que llevan algunos de los personajes que más admiro y que pueden levantarse tarde, desayunar con calma e irse a las 12:00 a dar su primer pegue a una ruta. Más de una vez me he divertido con la idea de hacer solo eso, buscar la libertad y el disfrute de una vida de pura escalada, paisajes, naturaleza, competencias y cosas del estilo. Aunque suena atractivo, después de un rato, concluyo que extrañaría terriblemente la versión de mí que descubre cosas mágicas en los niños y que pasa horas tratando de explicar qué mensaje está queriendo dar un pequeño que no logra rendir igual que los demás.
De algo estoy muy segura, mi deporte impulsa mi profesión de una manera única. En ocasiones los problemas de mis pacientes, los conflictos de las familias y de la escuela son muy absorbentes. Mientras escalo, yo logro salir de esa vibración y logro entrar a un canal espiritual, lúdico y de motivación.
Cada fin de semana, sin falta, salgo de la ciudad con mi mochila llena de objetos que para mí son tesoros. Creo que lo más importante son los zapatos de escalada, mis Hiangle de Five Ten me responden a la perfección y me ayudan a tener más confianza cuando las cosas en la roca se ponen difíciles. Al estar ahí, me lleno los pulmones de aire puro y claridad, me vuelvo consciente de mi cuerpo y regreso a trabajar con perspectivas nuevas, paz y completa apertura para escuchar lo que mis pequeños pacientitos tengan que decir.
A veces me río pensando que mis compañeras de trabajo nunca podrían adivinar que el domingo anterior estaba cayendo 6 metros dentro de una cueva o que lo más destacado de mi fin de semana fue haber podido agarrar una pequeña regleta y ascender sin caídas una ruta de nombre gracioso.
La libertad, desde mi punto de vista está en entender que soy multifacética y que por ser escaladora, soy mejor psicóloga y por ser psicóloga, soy mejor escaladora. Como diría Dean Potter:
Haciendo todo esto logro, por momentos, encontrar la expresión más hermosa de mi vida.
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