¿Por fin se cumplirá el sueño de ver escaladores entre las delegaciones que circulen por unos Juegos Olímpicos? Una nueva oportunidad se abre hacia el 2020.
La escalada olímpica ha sido el sueño de muchos por más de una década, particularmente desde las federaciones de escalada en todo el mundo que ven en el escenario olímpico una oportunidad de oro para que la escalada alcance los niveles de comunicación y visibilidad masiva que todos -nos incluimos- creemos que por fin colocará a nuestro deporte en los principales escaparates del planeta.
Esta semana fueron revelados los deportes finalistas que se votarán en 2016 para obtener el nuevo integrante de la justa a realizarse en Japón dentro de 5 años. Además de la escalada, los finalistas son el surf, el boliche, karate, squash, el kung fu (wushu) y, por supuesto, el béisbol acompañado de su fiel secuaz, el softbol.
¿Será alcanzable el sueño olímpico hacia Tokio 2020?
Con la noticia, la comunidad escaladora internacional estalló -de nuevo-, y las esperanzas del sueño olímpico se han sentido certeras esta semana ante la viralización de una encuesta del Wall Street Journal donde preguntan qué deporte quiere su audiencia que sea incorporado a los Olímpicos. La IFSC (Federación Internacional de Escalada Deportiva, por sus siglas en inglés) difundió la encuesta, y todos nos encargamos de difundirla. Por supuesto, los resultados que arroje el WSJ no servirán de mucho cuando los comisionados se reúnan en Río 2016 para decidir qué deporte se incluye, pero es bonito saber que la familia escaladora está unida.
Como es usual, la escalada no es favorita. La elección de los deportes a incluir depende de factores que se pueden resumir en la cantidad de rating que generarán los eventos. Si el deporte puede generar polémica, espectacularidad, titulares, viralización y, en consecuencia, más dinero por patrocinadores, sí, el deporte será olímpico. Desafortunadamente solo los escaladores entendemos el dramatismo de hacer dinámicos a un sloper, la fortaleza necesaria para dar un paso desplomado en un monodedo o el entrenamiento motor necesario para “correr” en una ruta de velocidad. “No me dirás que el lanzamiento de jabalina es espectacular”, podrías contestarme, y no, no lo es, pero sí es una de las competencias que permiten mantener vivo el “espíritu” que nos remonta a la Batalla de Maratón hace más de dos mil años… dicen.
Así, si consideramos la popularidad que tiene el béisbol en Japón, es difícil que la escalada se vuelva olímpica en 2020, no porque el deporte no lo merezca o porque no tenga elementos valiosos, sino porque es difícil que la gente que no lo conoce entienda su espectacularidad más allá de los prejuicios ignorantes sobre su riesgo “extremo”. Ojalá que los señores de la IFSC den con el clavo y hagan buen cabildeo con el Comité Olímpico. Ojalá hacia el 2020 se deje de confundir la escalada con el rapel, el mosquetón con el arnés y al escalador con un suicida. Ojalá se abandone el uso de la palabra “extremo” acompañando los deportes de aventura.
Pero ese es solo el inicio. De incluirse la escalada en los Olímpicos será interesante ver cómo se ajustan los intereses económicos y qué sectores de la escalada tienen más beneficio. ¿Recordará la industria -y las federaciones- que hay escalada más allá de la modalidad deportiva? ¿A alguien le importará apoyar -por fin- al montañismo? ¿Debemos asimilar de una vez por todas que la escalada deportiva es nuestro representante comercial ante el mundo, sumada al turismo de montaña y la venta de experiencias “extremas”?
Ya veremos qué pasa en un año con la escalada y su sueño olímpico.