Un churro de Hollywood salvado por stunts y cameos de algunos de los mejores atletas del mundo.
No hay spoilers a continuación. Para esta película, la historia es lo de menos.
Esperaba el estreno de Point Break desde que Chris Sharma anunció en su Instagram que sería doble de acción en la película. ¿De qué trataría una producción gringa que necesitara de los servicios del mejor escalador rubio del mundo? ¿Volveríamos a ver una aberración como la de la secuencia inicial con Tom Cruise en Misión Imposible 2?
No fue así, no exactamente.
A pesar de que Point Break muestra las inevitables exageraciones y explosiones típicas diseñadas para ganar taquilla, Ericson Core, director de la cinta, utilizó a algunos de los mejores atletas de la actualidad para realizar los stunts de acción. No hubo trucos. El salto BASE fue real, de la misma forma que los descensos espectaculares en snowboard y la escalada en roca en Venezuela. De hecho, Jeb Corliss, el famoso “daredevil” de la vida real, comentó recientemente que el vuelo filmado en la Walenstadt, Suiza, se trató de un vuelo nunca antes intentado que necesitó un año de entrenamiento y preparación. De haberse grabado para un festival de cine de montaña, esa secuencia por sí misma hubiera estado en boca de toda la comunidad de aventura.
A pesar de que Point Break 2015 está basada en el hit noventero protagonizado por Keanu Reeves y Patrick Swayze, ambos filmes solo comparten algunas generalidades de estructura. El drama original con el surf está presente, los personajes unidos por la ambigüedad moral “del malo” se mantiene y el final es prácticamente el mismo. Sin embargo, la nueva trama incluye algo que denominaron “8 desafíos de Osaki” -en referencia obvia a la tendencia en la comunidad deportiva por crear proyectos que suenen rimbombantes para patrocinadores potenciales-. Los desafíos de Osaki, una lista de actos deportivos casi imposibles, sirve como justificación para incluir logros deportivos reales aderezados con solo algunos toques de grandilocuencia gringa.
Así, Point Break presenta una embarradita de algunos de los clichés típicos del deportista de aventura, comenzando por el abuso del término “extremo” y la búsqueda de un estilo de vida alternativo que pueda conducir a algún tipo de iluminación. No, la película no muestra escaladores fumando hierba… perdón, ya recuerdo, sí hay una escena donde aparece la mota. También vemos una escena donde los “poliatletas extremos” encienden una fogata con fricción. Al parecer a los personajes les alcanzó el botín de sus robos para vestir los últimos modelos técnicos de Arteryx y Patagonia, pero no para el encendedor. Al menos hubieran utilizado un pedernal. Curiosidades de churro gringo, vaya.
¿Vale la pena ir a ver Point Break al cine? Sin duda. No será la mejor elección artística ni de entretenimiento, pero las abundantes escenas deportivas hacen la diferencia. Cada deporte de entre el surf, la escalada, el salto BASE, motocross y snowboard tiene su atractivo. En el caso de la escalada, es emocionante saber que la persecución de malo y bueno fue ejecutada por Sharma detrás de Dani Andrada en un supuesto solo integral, todo supervisado por Peter Croft. Ahí nomás. Lástima que ni de lejos se deje saber a la audiencia que Croft es, de hecho, uno de los más grandes escaladores en solo integral que han pisado la Tierra. ¿No es la historia apropiada para contar eso? Qué puedo decir, soy un idealista.
No es casualidad que haya stunts de aventura semireales en una película de Hollywood. El cine especializado vive un gran momento y los poderosos bolsillos de la industria lo saben. Aplausos a la valentía del guionista, el director y la productora para crear Point Break 2015, un filme con una de las peores críticas de la temporada que no puedes dejar de ver, aunque sea sin volumen y en fastforward a las escenas deportivas.