Luisa Ríos es una fortísima escaladora originaria de Monterrey, México. Es líder estratégica y CEO de Pico Norte. A lo largo de su carrera como escaladora, Luisa ha defendido causas sociales, en particular las relacionadas a la equidad de género. Luisa representa una voz de fuerza entre las nuevas generaciones de la comunidad escaladora mexicana.
Yo no nací con miedo – Por Luisa Ríos
El miedo es una emoción primaria una señal de alerta, que responde a lo desconocido, a la incertidumbre, y busca que regresemos al estado estable, a un estado óptimo para nuestra supervivencia. El miedo es un instinto natural, es una reacción temporal que nos ayuda a evaluar riesgos y tomar decisiones. Pero ¿qué sucede cuando el miedo deja de ser una reacción y se convierte en un estado constante? ¿Cuándo deja de ser una advertencia y se transforma en una idea inculcada, en una percepción de un riesgo continuo que se refuerza de generación en generación hasta convertirse en una norma social?
Para muchas mujeres, el miedo es más que una emoción pasajera, es una constante que dicta cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Desde pequeñas, se nos ha enseñado que el mundo es un lugar peligroso para ser mujer, hemos aprendido a no caminar solas por la noche, a no vestir provocativamente, a no confiar en extraños, a callar en lugar de alzar la voz. En un país en el que 70.1% de las mujeres han experimentado un incidente de violencia en su vida, el miedo se ha convertido en un hábito, en una barrera invisible que diariamente nos limita, y que de muchas formas nos controla.
Comencé a indagar sobre el miedo cuando comencé a escalar hace 10 años. Estando a 20 metros de altura, con una cuerda sujetándome, no quería caer. Sin embargo, la caída estaba completamente controlada, caería un par de metros y la cuerda haría su trabajo, confiaba en el equipo, y mi pareja escaladora estaba atenta, sabía que no podía pasarme nada, sin embargo, tenía miedo ¿por qué? Fue ahí cuando descubrí que existen dos tipos de miedo, el racional y el irracional. El miedo racional es aquel que surge como respuesta a un peligro real y nos sirve para activar mecanismos de defensa. Por otro lado, el miedo irracional es aquel que no está basado en una amenaza real, sino en percepciones exageradas o ideas aprendidas.
En la escalada este factor siempre está presente. Y la clave para progresar en el deporte es distinguir con qué tipo de miedo te estás enfrentando en cada situación determinada. Al darte cuenta de que el peligro es real y justificado, puedes tomar decisiones más precisas y estratégicas. Así mismo si descubrimos que lo que nos paraliza no es real, sino una creencia impuesta, podemos cambiar de perspectiva, quitarle la connotación negativa, y verlo desde otro ángulo, con la curiosidad de entender la causa raíz. Si en la escalada podemos distinguir los miedos reales de aquellos que surgen de supuestos ¿no podríamos cuestionarnos también el miedo con el que vivimos por ser mujeres? entender ¿de qué manera nos limita y de qué manera podemos resignificarlo para liberarnos?

Fotografía de Rogelio de la Fuente. Cortesía Luisa Ríos.
A pesar de la cultura de la precaución que nos ha sido impuesta desde nuestra infancia, los niveles de violencia contra las mujeres siguen en aumento. De acuerdo con la ONU (2025), la violencia sexual contra mujeres a nivel mundial ha aumento un 50% desde el 2022. Vivir con miedo no es garantía de seguridad, y más bien ha servido como un proceso de intimidación y control. La violencia sexual no sólo afecta a quienes han sido víctimas, sino a todas las mujeres que han aprendido a vivir con la posibilidad de serlo (Brownmiller, S.1975). Esta sensación de vulnerabilidad constante nos ha llevado a modificar nuestro comportamiento, a limitar nuestra manera de expresarnos, a restringir nuestra movilidad y la manera en la que participamos en la sociedad. No nacemos con miedo, la sociedad y el sistema nos ha educado a tenerlo, y esta construcción social ha permeado en los roles que adoptamos y se ve reflejada en las limitaciones invisibles que nos mantienen en una posición subordinada (Beauvoir, S., 1999), reconocerlo como tal no sólo nos da el poder de cuestionarlo, sino también de deconstruirlo.
La escalada me ha enseñado que el miedo no es un enemigo, sino una emoción con la que podemos negociar, y más allá que una limitación es una oportunidad de crecimiento. Aprender a relacionarme con él ha sido un proceso introspectivo, donde he podido ver más allá de la emoción y enfrentarme con supuestos internalizados como el miedo a fallar, el miedo a mostrarme imperfecta, el miedo a no ser suficiente, o el miedo a no ser valorada en una comunidad deportiva dominada por hombres. Poco a poco me he dado cuenta de que estos supuestos me acompañan fuera de la roca, en la vida, en el trabajo, y al momento de definir mi rol en la sociedad.
Así mismo, este deporte me ha hecho ver que el único camino para liberarnos de estos supuestos es a través de la valentía. La valentía no es la ausencia del miedo, sino nuestra disposición a enfrentarlo, la verdadera fortaleza no radica en la perfección ni en la invulnerabilidad, sino en la capacidad de mostrarnos tal cual somos, a pesar del miedo y la incertidumbre (Brown, B. 2012). Permitirnos fallar es el primer paso para resignificar nuestros miedos impuestos y reconstruir nuestra sociedad.

Fotografía de Mariana Ordóñez. Cortesía Luisa Ríos.
Hace poco más de 70 años las mujeres en México no podíamos votar, hoy, tenemos mujeres líderes en la industria, en la política, en la ciencia, en el deporte y en el arte, rompiendo paradigmas todos los días. Si nuestras antepasadas hubieran dejado que el miedo las paralizara, hoy seguiríamos en silencio, sin derechos y sin espacios.
Como mujeres, hemos aprendido a vivir con miedo, pero también hemos demostrado que sabemos resistirlo. No somos débiles, ni indefensas, somos fuertes y resilientes. No necesitamos ser perfectas, necesitamos ser valientes. Valientes para cuestionarnos los miedos que nos frenan, para atrevernos a tomar el espacio que dijeron que no era nuestro; valientes para hablar sin pedir permiso, para alzar nuestra voz; valientes para seguir redescubriéndonos y desafiando los límites que nunca debieron existir. Porque el miedo nos fue impuesto, pero la valentía siempre ha sido nuestra.
Referencias
Beauvoir, S. (2023). El segundo sexo. Penguin Random House Grupo Editorial.
Brown, B. (2012). Daring Greatly: How the Courage to Be Vulnerable Transforms the Way We Live, Love, Parent, and Lead. Editorial Avery.
Brownmiller, S. (1975). Against Our Will: Men, Women, and Rape. Editorial Ballantine Books.
Goleman, D. (2024). Inteligencia emocional. Editorial Reverté.
Saujani, R. (2016, febrero). Teach girls bravery, not perfection [Video]. TED Conferences. https://www.ted.com/talks/reshma_saujani_teach_girls_bravery_not_perfection
Saujani, R. (2019). Brave, Not Perfect: Fear Less, Fail More, and Live Bolder. Editorial Crown Currency.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2024). Violencia contra las mujeres en México. INEGI. https://www.inegi.org.mx/tablerosestadisticos/vcmm/
UN-Women (United Nations Entity for Gender Equality and the Empowerment of Women). 2025. Women’s Rights in Review 30 Years After Beijing. New York: UN-Women, https://www.unwomen.org/sites/default/files/2025-03/womens-rights-in-review-30-years-after-beijing-en.pdf