El cambio climático transforma las montañas de México, afectando glaciares, rutas de alpinismo y ecosistemas. ¿Cómo impacta tu aventura?
El cambio climático es una realidad ineludible que afecta a todos los rincones del planeta, y México no es la excepción. Sus efectos se manifiestan de manera particular en los deportes al aire libre, especialmente en actividades de montaña como el alpinismo. La alteración de las rutas de ascenso, la desaparición de glaciares y la transformación de ecosistemas enteros son señales claras de un fenómeno que exige nuestra atención y acción.
A lo largo de los últimos años, el incremento de las temperaturas ha modificado significativamente los paisajes de alta montaña en México. Montañistas, escaladores y amantes de la naturaleza han sido testigos de estos cambios, observando con preocupación cómo los entornos que alguna vez fueron ideales para sus aventuras están desapareciendo o transformándose de manera alarmante.

El retroceso de los glaciares mexicanos
Los glaciares mexicanos, ubicados en las cumbres más altas del país, han sido testigos silenciosos de los cambios climáticos a lo largo de los siglos. Sin embargo, en las últimas décadas, su desaparición se ha acelerado de manera alarmante.
Ya hace casi veinticinco años, en 2001, científicos declararon extinto el glaciar del Popocatépetl, en gran parte debido a la actividad volcánica y al calentamiento global. El Iztaccíhuatl, que alguna vez albergó 11 glaciares, ahora solo conserva cinco, y su hielo remanente está en una situación vulnerable. El 21 de abril de 2021 se colocó una placa en la zona que ocupara el glaciar de Ayoloco, en el Iztaccíhuatl, anunciando su extinción.
El Citlaltépetl o Pico de Orizaba, la montaña más alta de México con 5,636 metros sobre el nivel del mar, aún posee glaciares, pero su futuro es incierto debido al aumento de las temperaturas. Investigadores de la UNAM han documentado una pérdida constante de su cobertura glaciar, lo que representa una amenaza no solo para los montanistas, sino también para los ecosistemas circundantes y las comunidades que dependen del agua que estos glaciares proporcionan.
Impacto en las rutas de alpinismo
La desaparición de los glaciares no solo representa una pérdida ecológica, sino que también afecta directamente al alpinismo. Las rutas tradicionales, que durante años fueron transitadas por montanistas, han cambiado drásticamente. La ausencia de hielo y nieve en ciertos tramos ha expuesto terrenos inestables y rocosos, incrementando el riesgo para los deportistas. Además, la falta de glaciares reduce las fuentes de agua en las alturas, lo que complica la logística de las expediciones.
Cumbres Blancas México, organización sin fines de lucro que trabaja en la conservación de las montañas mexicanas, comenta:
«Una de las principales consecuencias del cambio climático es el aumento en la erosión del terreno debido al derretimiento acelerado de los glaciares. Actualmente, dicho fenómeno es claramente perceptible en nuestras montañas, por ejemplo, la cara Norte del Poyauhtécatl (ahora Pico de Orizaba), donde se han formado, sobre todo en los últimos años, canales de escurrimiento por donde el agua también remueve la superficie de los suelos.
En este sentido, las montañas también son «archivos» naturales de la historia ambiental y climática del planeta.»
El senderismo en parques nacionales también se ve afectado. Las sequías prolongadas y el aumento de incendios forestales han llevado al cierre temporal de múltiples rutas y reservas naturales para evitar riesgos a los visitantes y preservar el ecosistema. Ejemplo de ello son los cierres en la Sierra de Juárez, en el Parque de la Ciénega de González y en la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca debido a incendios y alteraciones en el clima.
Estas transformaciones obligan a los montanistas a adaptarse constantemente, buscando nuevas rutas y preparándose para condiciones más impredecibles. La seguridad se ha convertido en una preocupación creciente, ya que la falta de formaciones glaciares estables aumenta el riesgo de desprendimientos de roca y aludes.
Tala clandestina y privatización de zonas de escalada
Además del cambio climático, la tala clandestina y la privatización de áreas naturales están restringiendo el acceso a zonas de escalada y afectando gravemente los ecosistemas de montaña. Un caso emblemático es el de Salazar, en Estado de México, donde los escaladores han perdido la posibilidad de practicar boulder en terrenos que antes eran accesibles para la comunidad. La destrucción del entorno natural no solo impacta la biodiversidad local, sino que también limita el derecho de acceso a espacios de recreación y deporte en la naturaleza.
Este fenómeno no es exclusivo de Salazar. En otras regiones de México, comunidades han denunciado la tala ilegal en áreas protegidas y la conversión de espacios naturales en desarrollos inmobiliarios, reduciendo las oportunidades para la práctica de deportes outdoor. La falta de regulación efectiva y la presión del crecimiento urbano amenazan con hacer irreversibles estos cambios, afectando tanto a los deportistas como a las especies de estos ecosistemas.
Transformación de los ecosistemas de montaña
El cambio climático no solo afecta a los glaciares, sino también a los ecosistemas de montaña en su totalidad. Un estudio reciente reveló que las plantas de los bosques nubosos de Mesoamérica están ascendiendo en altitud para escapar de las temperaturas más cálidas. Desde 1979, estas especies se han desplazado entre 1.8 y 2.7 metros por año, buscando condiciones más frescas. Este fenómeno indica una alteración en la distribución de las especies y podría llevar a la desintegración de estos ecosistemas vitales.
La fauna también se ve afectada. El ajolote, especie endémica de México, enfrenta la extinción debido a la urbanización, la contaminación y el cambio climático. En lugares como Xochimilco, su hábitat natural ha sido devastado, poniendo en riesgo la supervivencia de esta especie única.
Posibles soluciones y acciones a tomar
Ante este panorama, es crucial implementar medidas que mitiguen los efectos del cambio climático y protejan nuestros ecosistemas de montaña. Algunas acciones incluyen:
- Educación y concienciación: Fomentar una cultura de respeto y cuidado por el medio ambiente desde temprana edad.
- Reducción de emisiones: Adoptar prácticas sostenibles en nuestra vida diaria para disminuir nuestra huella de carbono.
- Protección de áreas naturales: Fortalecer las políticas de conservación y manejo sostenible de parques nacionales y reservas ecológicas.
- Investigación y monitoreo: Apoyar estudios científicos que permitan comprender mejor los cambios en los ecosistemas y desarrollar estrategias de adaptación.
Conclusión: Un llamado a la acción
Tal como platicamos en otra de nuestras notas, si bien es fácil sentir que nuestras decisiones individuales no son suficientes para revertir la crisis climática, es importante entender que nuestra cultura de consumo colectivo es lo que realmente impulsa el daño ambiental. Empresas y gobiernos responden a la demanda que creamos como mercado. La destrucción de ecosistemas, la emisión de gases de efecto invernadero y la explotación de recursos finitos son consecuencias de un sistema diseñado para satisfacer nuestras necesidades de forma rápida y económica, sin considerar el impacto a largo plazo.
La cultura de montaña nos enseña valores como la resiliencia, el respeto por la naturaleza y la solidaridad. Hoy, más que nunca, debemos aplicar estos principios para enfrentar el desafío del cambio climático. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la protección de nuestro planeta. Al unirnos y tomar medidas concretas, podemos preservar nuestras montañas y garantizar que las futuras generaciones también puedan disfrutar de su majestuosidad.
Es momento de actuar, de ser conscientes de nuestro impacto y de trabajar juntos por un futuro sostenible. La montaña nos llama, y debemos responder con compromiso y esperanza.
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