Hasta pronto, Yuri. La montaña como testigo de una vida extraordinaria

México despide a Yuri Contreras (1952-2025). Primer latinoamericano en escalar el Everest por 2 rutas y ser humano extraordinario.

El pasado 4 de mayo de 2025, el montañismo mexicano perdió a uno de sus referentes más auténticos. Yuri Contreras Cedi, médico ortopedista y alpinista pionero, falleció a los 62 años durante una competencia ciclista en Cancún. Su partida no solo deja un vacío en la comunidad outdoor, sino que nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de vivir con pasión y propósito.

En Freeman Outdoors, donde valoramos las historias que trascienden los récords y las hazañas vacías, recordamos a Yuri no como un superhéroe del alpinismo, sino como un ser humano complejo y apasionado que encontró en las montañas un espejo para confrontar sus límites y su propia humanidad.

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Un pionero del alpinismo latinoamericano. Los datos objetivos sobre Yuri Contreras son impresionantes por sí mismos:

  1. Primer latinoamericano en escalar el Monte Everest por dos rutas diferentes (1996 y 1997).
  2. Cuatro ascensos exitosos al techo del mundo.
  3. Diez expediciones al Himalaya, con cumbres como el Makalu, Lhotse, Cho Oyu, Manaslu, Gasherbrum II y Shisha Pangma.

Pero lo que realmente distinguía a Yuri era su enfoque filosófico de la montaña. A diferencia del alpinismo comercial que hoy satura el Everest, él entendía la escalada como un proceso de autoconocimiento. Sus expediciones no buscaban trofeos, sino diálogos íntimos con la naturaleza y consigo mismo.

“Un gran ejemplo Yuri. Me cuesta creer esta noticia, en tantas aventuras arriesgabas tu vida, viviste a tope, feliz, haciendo lo que pocos nos atrevemos… lo que realmente nos apasiona. Te vamos a extrañar… tus bitácoras, tus paseos, tus escaladas, tus fotos detalladas de tus incidentes en la montaña. Descansa en paz”. – Gina Cevedo

La dualidad que lo definió: médico y montañista. Lo extraordinario de Yuri era cómo integraba mundos aparentemente opuestos:

De día, ortopedista en León, Guanajuato, atendiendo pacientes con la misma intensidad que ponía en sus ascensos. En sus tiempos libres, alpinista preparando expediciones al Himalaya.

Esta combinación revelaba su esencia: no era un escapista de la realidad, sino alguien que amplificaba su experiencia vital al máximo. Más allá de ver el deporte extremo como evasión, Yuri lo usaba para profundizar su conexión con el mundo.

Laura González: El amor como la mayor aventura

En 2008, su vida dio un giro al conocer a Laura González del Castillo, quien se convertiría en su compañera de vida y de cordada. Juntos formaron un equipo único:

  1. En 2009, Laura se convirtió en la primera mujer leonesa en alcanzar la cima del Everest.
  2. Compartieron su pasión a través de conferencias y escritos.
  3. Crearon un legado que trascendía lo deportivo para convertirse en testimonio de amor y complicidad.

Como escribió su amigo Alejandro Rivera, Laura fue fundamental en la vida de Yuri: “Puso cauce a su fuerza desbordada… ayudó a Yuri a aprovechar esa energía para hacer cosas hermosas”.

Más allá de las cumbres: su legado filosófico.

Lo que realmente perdura de Yuri no son sus récords, sino su manera de entender la vida. La montaña como metáfora: pensaba que escalar era un acto de humildad, no de conquista. Esto alimentaba la pasión como brújula: vivía cada proyecto (desde medicina hasta ciclismo) con intensidad genuina. El humor fue siempre su herramienta: sus amigos recuerdan su capacidad para mezclar reflexiones profundas con carcajadas. Esta frase que compartió en sus redes sociales resume su filosofía:

“Requiere más esfuerzo estar alegre que estar decepcionado. Vale la pena el esfuerzo por ser feliz todos los días, nunca sabes cuándo será el último.” – Yuri Contreras

Recordar a Yuri hoy

En una era donde el montañismo se ha comercializado y trivializado, el legado de Yuri nos desafía a practicar el alpinismo con respeto, no como turismo de aventura. Vivir con autenticidad, sin dejarse atrapar por las métricas vacías. A encontrar nuestro “Everest personal” – ese proyecto que nos exige dar lo mejor de nosotros.

Epílogo: La cumbre eterna

Yuri partió como vivió: en movimiento, desafiando límites. Así, nos deja la certeza de que las montañas más importantes no están en los mapas, sino en el interior de cada uno. Como escribió Alejandro Rivera:

“Cuando Yuri conoció la montaña, de inmediato quiso ir al Everest (porque es el punto más alto en la tierra); cuando conoció el remo, de inmediato quiso cruzar el Atlántico (porque es un cruce legendario y temerario que muy pocos han intentado y menos han logrado). Y así fue con cada cosa que Yuri hizo en vida. Estoy seguro que ahora mismo está planeando algo que ningún otro muerto ha hecho nunca antes. Y me atrevo a usar la palabra “muerto” cuando todos la evitarían, porque Yuri era de las personas que no le tenían miedo a las palabras y llamaba a las cosas por su nombre. Sin embargo, esto va más allá de las palabras y está muy por encima de lo que es políticamente correcto… Un abrazo fuerte amigo, estés donde estés.” – Alejandro Rivera

Y quizás tenga razón. Porque al final, lo que define a una persona no es cómo muere, sino cómo vive. Y vaya que Yuri vivió.

Héctor Ponce de León: una reflexión sobre Yuri Contreras

“Fue alguien muy importante en un momento trascendente de mi vida. Fuimos cordada en la expedición más trascendente de mi vida y, en los últimos años, retomamos la amistad en León, donde andábamos en bici. Su muerte me impactó profundamente”.

“Lo conocí durante mi primera expedición al Everest en 1996, por la cara norte. Andrés Delgado lo invitó como ‘amigo triatleta’ —fue pionero en ironmans en México—. Cuando ocurrió la tragedia con Andrés en la famosa tormenta -donde quedó atrapado y subimos a ayudarlo-, Yuri apareció para darme algo que creía perdido: el entusiasmo. Catorce días después, solos en la montaña, nos convertimos en los primeros mexicanos en ascender el Everest por esa ruta. Sin ser técnicamente mi ascenso más difícil, fue de los más significativos: marcó para siempre mi camino”.

El compañero que rescataba sonrisas a 8,200 metros.

En el Campo 1 del Everest, recuerdo una noche de dudas y temores. Yuri, con su ánimo inquebrantable, me hizo ver que juntos podríamos lograrlo. Su humanidad brillaba incluso en la arista final -con caídas de cientos de metros- de aquel ascenso, cuando me advirtió con un humor que aún repito en mis conferencias: ‘Cuidado , mi Hectorín, que si te caes aquí ya te raspas’.”

“Esa misma energía la llevaba a todo. En una carrera ciclista en León, aunque yo pedaleara más rápido, esperaba ansioso en los reabastecimientos solo para verlo llegar sonriendo, echando porras. Esa imagen me llenaba de energía.”

Legado urgente: honestidad y pasión pura.

“Yuri nunca vendió sus ascensos como lo que no eran: usaba oxígeno y sherpas con total transparencia. No era un alpinista técnico, pero dentro de su estilo buscaba retos auténticos —siempre para sí mismo, nunca para venderse—.”

“Su legado clave para las nuevas generaciones serán siempre la de anteponer a las personas —hay varias historias donde sacrificó ascensos y cumbres por ayudar a otros—. Así como la de perseguir la experiencia por la experiencia misma, no por palomear cumbres o buscar la fama. Esa autenticidad no debemos olvidarla.”

Reflexión final: vivir sin miedo, morir sin arrepentimientos

“Estos días he pensado mucho. Yuri vivió consciente de los riesgos, pero nunca se dejó dominar por el miedo o por la opinión de las personas. Nos dejó una lección clara: La única vida que vale la pena vivir es la que se vive al máximo. Él nunca lo dudó, y ahora nos toca honrar ese espíritu.”